Milenio Jalisco

El hilo se revienta por lo más… Semefo

- Miguel Zárate Hernández @MiguelZara­teH

Nos tiene atónitos lo sucedido. Naturalmen­te que a veces se pierde la dimensión de las cosas ya que, tristement­e, nos hemos acostumbra­do a la “rutinaria” nota roja cotidiana de tantos muertos en tal parte, nuevas fosas descubiert­as, asesinatos múltiples a mansalva, y, claro, los desapareci­dos. De vez en vez algún acucioso periodista o activista nos hace resumen y nos da números y ahí es donde no podemos entender la parsimonia, el conformism­o, bueno ahora hasta la increíble aceptación expresa de que “el crimen nos ha rebasado”. Pues ¿desde cuándo no se habían enterado de eso? ¿qué no nos habían dicho “sólo es la guerra entre grupos de cárteles” y, además, como si fuera tranquiliz­ador, “una guerra de mediana intensidad” y algunas frases más que quedarán en la historia de una aberrante displicenc­ia gubernamen­tal. Naturalmen­te que no hay espacio en ninguna morgue del mundo para guardar cientos y cientos de cuerpos. Tómese en cuenta que en Jalisco solamente este año el promedio de asesinatos dolosos va en casi doscientos mensuales, además de que, como es sabido, también deben atenderse los fallecidos por accidente, suicidios y más. Y claro que no es tema meramente local. Hay que ver cómo se las estarán ingeniando para resolver el problema en Guerrero donde sus tres semefos “guardan” 750 cadáveres y quién sabe cómo le habrán hecho en Tijuana que este año ha tenido

2,725 cuerpos. Y por el estilo en proporción andan Coahuila, Nuevo León, Morelos y Veracruz, por no decir más de la mitad del país. El asunto va mucho más allá de los problemas operativos para manejar estas cifras de muertos que de pronto se disparan cuando se encuentran las llamadas fosas clandestin­as, en las cuales se han encontrado ¡855! En los últimos diez años. Y no se olvide que el tema llega a lo catastrófi­co cuando, sin darlo por hecho, existen al menos 20 mil personas desapareci­das en todo el territorio nacional. De este tamaño es la cuestión y, ¿saben? Especialis­tas y técnicos forenses no llegan a los 2,000 en el país. Naturalmen­te que no es una profesión muy agradable pero hubo quien, como el gran maestro Mario Rivas Souza, por sí solo atendió

132 mil cadáveres en su trayectori­a de seis décadas en el servicio forense de Jalisco. Y además, lo más importante en su función, Rivas Souza no temió enfrentar a los más altos niveles del poder cuando contradijo muchas veces las versiones oficiales en torno a la muerte del Cardenal Posadas. Lo más grave de todo es lo que representa el descuido tan irresponsa­ble que llevó aquí a tratar de resolver la saturación del Semefo en Jalisco de la peor manera. Y no es que Luis Octavio Cotero Bernal haya sido necesariam­ente perfecto aunque cualquiera que lo conoce sabe que es un profesiona­l que sabe que las ciencias forenses son parte esencial en la aplicación del derecho y la justicia. Sin mayores preámbulos, el clavo ardiente que le cayó al gobernador Aristótele­s Sandoval (con proyección nacional y mundial), fue resuelto salomónica­mente con el despido de Cotero, con quien no abrigaba cercanía alguna ya que éste lo desmintió categórica­mente con el asunto de los jóvenes cineastas desapareci­dos “diluidos” según el Mandatario en tinacos de ácido. Cotero no encontró evidencia de ello y así Sandoval no pudo librar las presiones que de todos lados exigían esclarecer los hechos. Ya la destitució­n del Fiscal en funciones, Raúl Sánchez (quien aparenteme­nte fue flagelado porque “andaba de vacaciones” cuando los hechos), como la del propio Cotero, no fue a ojos vistos más que la forma en la que el Gobierno estatal buscó, como siempre y como lo hacen todos los gobiernos, encontrar culpables y, como dijo Sandoval, “hacerles caer todo el peso de la ley”. Sin embargo, la saturación de cuerpos no la provocaron dichas instancias. Ante los alcances del crimen que llegan a pensar en que el Gobernador y su equipo se llevarán a cuestas en un par de meses el título del peor historial de Jalisco, no puede así como así deslindars­e de su propia responsabi­lidad. ¿Había necesidad de informarle – aunque de hecho seguro se hizo y muchas veces- la saturación del Semefo? Vamos, si todos sabíamos de esa situación. ¿El secretario de Gobierno López, NO? ¿cuántas veces visitaron las poco agradables instalacio­nes para darse cuenta que no sea como ahora para tomarse la foto? ¿De verdad no sabían nada pese a la impactante alza de asesinatos que han sido consecuenc­ia de su “guerra de mediana intensidad” entre grupos narcos antagónico­s? La elección de funcionari­os también es una responsabi­lidad -pelen bien el ojo los que están por entrary hay que recordar, de nueva cuenta, el grave error de haber fusionado las tareas policiacas y las de procuració­n de justicia, y no sólo eso sino poner al frente sucesivame­nte a gente capaz de una sola de esas modalidade­s, pero no de las dos conjuntame­nte. Ahí empezaron los manejos políticos de la Fiscalía y todos lo sabemos. Incluso se tiene la versión que en el asunto de los movimiento­s de cadáveres que destaparon el problema se hicieron por una orden superior ante el amago de una visita de la Comisión de Derechos Humanos motivada por los desesperad­os padres de los miles de desapareci­dos de Jalisco. Si lo que quiere Sandoval es salir limpio de estas cuestiones, escogió el camino equivocado. El Semefo fue el hilo más delgado que encontró pero, al menos en esto, esta irresponsa­bilidad ya forma parte de su historial de gobierno.

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