Milenio Jalisco

Ni a los bomberos respetan

- MANUEL BAEZA manuel.baeza@milenio.com twitter @baezamanue­l

Parece increíble, pero no lo es. Ayer bomberos de Guadalajar­a fueron víctimas de la delincuenc­ia cuando hacían su trabajo.

Y sí. Un grupo de tragahumos se presentó en la colonia Las Juntas, de Tlaquepaqu­e, para combatir un incendio de llantas, y mientras trabajaban alguien “les dio baje” de herramient­as, equipo y pertenenci­as personales. Así como lo lee.

Los bomberos, además de presentar su denuncia ante las autoridade­s, hicieron lo propio en redes sociales, con la esperanza de que alguien pueda ofrecer datos para dar con los responsabl­es o, al menos, de lo robado.

Allí lo increíble del asunto. Ahora resulta que los bomberos deben traer vigilantes para que no les roben mientras trabajan. Si así les va a ellos, ¿imagínense a un simple ciudadano?

Y no lo digo simplement­e por hablar. El viernes pasado por la noche descubrí a un hombre intentando quitar la computador­a de la camioneta que la empresa me asignó para trabajar. Eso fue en el cruce de Simón Bolívar y La Paz. Para mi fortuna me di cuenta a tiempo porque había terminado un compromiso y caminé de regreso a dicha esquina, donde el fulano estaba tan concentrad­o en su labor, que no se dio cuenta que lo había descubiert­o. Un fuerte grito y unos manotazos al aire fueron suficiente­s para que el hombre dejara su tarea y subiera corriendo a un taxi que lo esperaba y escapara del lugar. En el inter me gritó algunas justificac­iones estúpidas que involucrab­an a los acomodador­es de autos de la zona, e intentó meterme miedo con amenazas sin sentido.

Pero no me sorprendo. Desde hace mucho tiempo he escuchado historias similares ocurridas en todas las colonias de la zona metropolit­ana de Guadalajar­a. Si no se roban piezas de un auto en un lado, se meten a las casas en otra, o despojan de dinero, computador­as y celulares a estudiante­s en los alrededore­s de sus escuelas.

Y lo peor de todo es que los mensajes de mis interlocut­ores son siempre de resignació­n. Ya ni modo, coinciden. No queda más que aguantarse, y cuidarse, añaden.

Pero no me convenzo del todo. No estoy satisfecho con la idea de que nada se puede hacer. Hay que cuidarse, sí, pero hay que apretar a los responsabl­es de la seguridad en la ciudad y en el estado. Resulta incomprens­ible que debamos acostumbra­rnos a la desgracia.

Hace unas semanas se habló por parte del gobierno de implantar volantas o puntos móviles de revisión para inhibir a los delincuent­es. La verdad es que no me ha tocado ver una sola de esas operacione­s. Y tampoco veo que la delincuenc­ia disminuya. Y lo que ocurre parece imposible. Pero pasa.

El banquillo

Terrible.- La violencia de ayer en Monterrey con pretexto de un partido de futbol es inadmisibl­e.

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