Ni a los bomberos respetan
Parece increíble, pero no lo es. Ayer bomberos de Guadalajara fueron víctimas de la delincuencia cuando hacían su trabajo.
Y sí. Un grupo de tragahumos se presentó en la colonia Las Juntas, de Tlaquepaque, para combatir un incendio de llantas, y mientras trabajaban alguien “les dio baje” de herramientas, equipo y pertenencias personales. Así como lo lee.
Los bomberos, además de presentar su denuncia ante las autoridades, hicieron lo propio en redes sociales, con la esperanza de que alguien pueda ofrecer datos para dar con los responsables o, al menos, de lo robado.
Allí lo increíble del asunto. Ahora resulta que los bomberos deben traer vigilantes para que no les roben mientras trabajan. Si así les va a ellos, ¿imagínense a un simple ciudadano?
Y no lo digo simplemente por hablar. El viernes pasado por la noche descubrí a un hombre intentando quitar la computadora de la camioneta que la empresa me asignó para trabajar. Eso fue en el cruce de Simón Bolívar y La Paz. Para mi fortuna me di cuenta a tiempo porque había terminado un compromiso y caminé de regreso a dicha esquina, donde el fulano estaba tan concentrado en su labor, que no se dio cuenta que lo había descubierto. Un fuerte grito y unos manotazos al aire fueron suficientes para que el hombre dejara su tarea y subiera corriendo a un taxi que lo esperaba y escapara del lugar. En el inter me gritó algunas justificaciones estúpidas que involucraban a los acomodadores de autos de la zona, e intentó meterme miedo con amenazas sin sentido.
Pero no me sorprendo. Desde hace mucho tiempo he escuchado historias similares ocurridas en todas las colonias de la zona metropolitana de Guadalajara. Si no se roban piezas de un auto en un lado, se meten a las casas en otra, o despojan de dinero, computadoras y celulares a estudiantes en los alrededores de sus escuelas.
Y lo peor de todo es que los mensajes de mis interlocutores son siempre de resignación. Ya ni modo, coinciden. No queda más que aguantarse, y cuidarse, añaden.
Pero no me convenzo del todo. No estoy satisfecho con la idea de que nada se puede hacer. Hay que cuidarse, sí, pero hay que apretar a los responsables de la seguridad en la ciudad y en el estado. Resulta incomprensible que debamos acostumbrarnos a la desgracia.
Hace unas semanas se habló por parte del gobierno de implantar volantas o puntos móviles de revisión para inhibir a los delincuentes. La verdad es que no me ha tocado ver una sola de esas operaciones. Y tampoco veo que la delincuencia disminuya. Y lo que ocurre parece imposible. Pero pasa.
El banquillo
Terrible.- La violencia de ayer en Monterrey con pretexto de un partido de futbol es inadmisible.