Todo es culpa de la regañona
Me cuentan las tribus pachecas que apoyan a Zedillo y abominan a Calderón que era tradicional quitar cocos y varas a su material y arrojarlo a jardineras y camellones, a ver si prosperaba la mística yerbosa. Algunas pegaban y otras no. Lo que nunca imaginaron es que justo en el Periférico, en la parte más tenebrosa y contaminada de Naucalpan, gracias a su resiliencia, no solo sobrevivió, sino que de seguro debe ser de la mera, mera regañona.
Por su naturaleza rebelde y libertina, y por lo tanto ponedora, estoy casi seguro de que sirvió para que se dieran sus buenos jalones algunos de los personajes más perínclitos de la patria, lo cual explicaría su comportamiento. Digo, sin unas fumandas no se puede explicar que el senador García Cabeza de Vaca, después de su pornoshow, siga creyendo que entre más corriente más ambiente y a la hora de ofrecer disculpas casi que quería una cita con la víctima de su lascivia. Y los de Acción Nacional, defensores de la decencia y las buenas costumbres, en vez de sancionarlo le pedían el Whats de su padrote de confianza.
Este muchacho sería un gran amigo de Trum, que tiene amigos como Kavanaugh, imitadores de Bill Cosby.
Otros a los que les dio la pálida por llenarse la cabeza de humo son los de Morena. O sea, arrebatarle al PES la comisión de Cultura después de una inexplicable andanada de críticas (pobre Hugo Erick Flores, ya se sentía El mártir del calvario), parecía el camino de la reconciliación con los artistas e intelectuales que con nada los tienes contentos, y de pronto se les ocurre, debido muy posiblemente a los humos de la mota, poner en su lugar a Sergio Mayer. Digo, no es que el muchacho chicho del téibol gacho no hubiera dejado una garibaldiana impronta en la cultura mexicana, pero como que al gremio culturaloso no le encanta la idea y por eso le andan haciendo su porra: museo, concierto y lectura, museo, concierto y lectura, a Mayer se le tonsura.
Donde sí hubo un atracón de la achícalada sin sema fue en la PGR, donde consideraron que ofrecerle tres años de tambo y una multa de 58 mil pesos a Javidú era un buen trato. O sea, aunque reconoció que era un corruptazo —lo cual no está a debate— no es suficiente, no es como para irnos a celebrar al Ángel. Hubiéramos preferido que se declarara inocente con tal de que regresara la lana con la que documentó su merecimiento de abundancia y la de la ñora.
Cómo estará la cosa que hasta el PRI está escandalizado y quiere, más que Yunes, que entamben otra vez a Duarte, pero con #LordMaestroLimpio.
Pinchi regañona.