El botín político que es Ayotzinapa
No es deporte nacional, es tendencia de quien no aprende de sus errores y me refiero a los que culpan a los militares de todo, pero aún más: de lo que no se puede explicar.
La desgracia de los 43 estudiantes desaparecidos no es culpa ni responsabilidad del Ejército; mucho menos del 27 Batallón de Infantería. ¿Por qué?
Porque nadie ha podido justificar las causas por las cuales los soldados hubieran tenido que matar y desaparecer a estudiantes, cuyo único delito fue, haber robado autobuses para ir a Ciudad de México a celebrar un 2 de octubre que desde hace mucho ya está más que olvidado.
Vidulfo Rosales le dice al próximo coman- dante supremo de las fuerzas armadas que los militares son culpables y exige que deben pagar. Lo que no deduce el incipiente abogado es que a partir del 1 de diciembre ese “supuesto” crimen de Estado se convertirá en el “Estado” que López Obrador representará y detentara; luego entonces, se tendrá que tomar la decisión de seguirle el juego a quien intenta desviar la realidad de los hechos, de quiénes son culpables y quiénes son responsables.
Los soldados no mataron ni desaparecieron a los normalistas y preocupa que nadie se acuerde del impresentable Ángel Aguirre Rivero, así como también de los impresentables y ruines José Luis Abarca, esposa y compañía.
No fueron los soldados los que crearon la verdad histórica, esa que tanto incomoda y que nadie cree. Insisto que es anacrónico y estéril seguir culpando a los militares de los graves hechos de este país donde no tienen injerencia directa.
Cuando la acción militar es directa y específica, nadie señala, tampoco reconoce, pero nadie culpa; es decir, cuando rescatan a miles de damnificados como es el caso de Sonora, Sinaloa, Michoacán y otros estados azotados por la naturaleza, nadie habla de culpables ni responsables.
Cuando se recupera la seguridad, la paz y tranquilidad de ciudades enteras, ahí también las fuerzas armadas no son culpables.
Culpables y responsables serán quienes no le explicaron a los padres de los 43 que la famosa Comisión de la Verdad no será vinculante; es decir, no tendrá representación ante instancias de impartición y procuración de justicia.
Por eso, entonces, el resultado que se obtendría, será el mismo resultado y efecto que la mal entendida verdad histórica.
La desgracia de las 43 familias seguirá.
La gracia, para quien ha hecho de esto un botín político.
Los soldados no mataron a los normalistas y nadie se acuerda de Aguirre Rivero, Abarca, esposa y compañía
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