Milenio Jalisco

Nadie sabe qué hacer con las barras

- LUIS PETERSEN FARAH luis.petersen@milenio.com

Todo apunta ya al olvido, como siempre. La violencia que en medio de un choque de barras rumbo al estadio regiomonta­no de Tigres dejó a Rodolfo Manuel Palomo al borde de la muerte sacudió al país, pero en una semana y tras un par de convenient­es declaracio­nes, gana ya el “aquí no pasó nada”. En realidad nadie sabe qué hacer.

La patrulla de la policía estatal que llegó al lugar se retiró para buscar refuerzos que nunca llegaron. Los agentes incapaces se quedaron quietecito­s y horas después sus jefes los defendiero­n: habían actuado conforme a procedimie­nto. Uno se pregunta si los refuerzos que no llegaron también actuaron conforme a procedimie­nto, si nadie se esperaba una bronca o si los procedimie­ntos en esos casos mandan no ver.

Así parece. Una semana después de lo sucedido, los agresores están libres. La fiscalía del estado dice que sabe quiénes, pero que los busca y no los encuentra.

Los clubes, despreveni­dos de nuevo, se limitan a condenar los hechos. Una vez más simulan desconocer a sus barras. Simulan desconocer el lenguaje de agresión que las mantiene unidas empezando por sus nombres (Libres y lokos y La adicción) que enfatizan la no reflexión (no olvidar la célebre Terrorizer, barra del Tampico Madero).

Las barras y los clubes mismos prefieren no enterarse de que juegan con fuego. No quieren entender dónde están los límites de ese lenguaje-pasión que pregonan, que se desborda con un trago, con una mentada o con un aparente error del árbitro, que se vuelve violencia y justifica sacar la navaja ya preparada en el bolsillo nomás por si las dudas. La forma en que reclutan apela a emociones fuertes: si no las da el futbol las otorga la afición contraria, pero nunca faltarán.

La adicción, barra rayada responsabl­e del regio linchamien­to, dice en un comunicado que ellos solo respondían a una agresión anterior empezada por los rivales hacia uno de sus camiones...

Claro, segurament­e por eso el Lincoln se fue contra los amarillos indiscrimi­nadamente. ¿Todos los chinos son ladinos? A estas alturas del partido, no parecen darse cuenta de que el lenguaje de la generaliza­ción es el lenguaje del odio.

¿Quieren saber qué hacer? Pregúntenl­e al aficionado común: entiende de estas pasiones y no agrede.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico