ZMG: una carrera contra el tiempo
Hay muchas razones para pensar que la zona metropolitana de Guadalajara no puede seguir siendo una simple suma de sus municipios conurbados. Precisamente hoy toman protesta los nuevos responsables y a partir del primer minuto de mañana habrá cambio de administraciones -como en todo el estado- y lo más deseable es que los nuevos ayuntamientos, que en su mayoría son un tanto homogéneos en cuanto a su origen partidista, tomen conciencia de que a la capital de Jalisco y su área sencillamente se le está acabando el tiempo.
La ciudad de Guadalajara, particularmente, entra en un periodo de extraño comportamiento en su crecimiento poblacional. Aproximadamente desde los ochentas muestra un estancamiento de su población y, según las proyecciones del CONAPO, se puede deducir que puede ir rápidamente a la baja, incluso a perder en el término de una década casi la mitad de sus habitantes, de prevalecer las tendencias a mejor vivir en los municipios colindantes. Esta situación crea desequilibrios bastante significativos ya que así Zapopan pronto será la principal ciudad de Jalisco ya que está apenas unos cien mil moradores abajo del municipio tapatío. Igual hasta hace poco, no se pensaba en que Tlajomulco rebasaría a Tonalá y seguramente ya cerca de Tlaquepaque. De hecho, presumimos a Guadalajara como la segunda ciudad del país, lo cual resulta cierto si consideramos sus más de cinco millones de habitantes en la conurbación. De otra forma, la sola ciudad en sus linderos sería menor a Ecatepec, Tijuana, Puebla y León y desde luego la Ciudad de México, aunque aún un poco mayor a Monterrey que dista ya de un medio millón de habitantes en su conurbación para alcanzar a la ZMG.Hay muchos ángulos más para considerar que los ayuntamientos que tomarán posesión enfrentan condiciones que se concatenan entre todos ellos. El ejemplo más claro es la seguridad por supuesto. Apenas hace unos días el INEGI dio a conocer la actualización de datos de su Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), misma en la que los municipios metropolitanos, unos más otros poco menos, 63 por ciento de moradores se sienten, y con razón, inseguros. Lo peor, según la misma encuesta, las tres cuartas partes de la población considera que poco o nada son efectivas las policías municipales. De ese tamaño es el problema. Ante lo anterior, ¿qué van a hacer los presidentes municipales y sus cabildos que este día tomarán posesión? Tendrán a su favor la afinidad política del próximo Gobernador, pero, a la vez, la necesidad de actuar con criterios propios, especialmente en lo que respecta a los problemas metropolitanos ya que, ya se ha visto, cada localidad busca hacer muchas cosas a su manera y surgen incongruencias y faltas de coordinación. Esta última es quizá la más valiosa de las normas a seguir. La verdad es que en el trienio que ya concluye había una carga significativa de ambiciones y aspiraciones políticas, además de escasa intención de entendimiento entre los alcaldes para resolver asuntos comunes. No se explica de otra forma el fracaso de algunas acciones que se planearon conjuntamente -como la seguridad metropolitana, por ejemplo- pero, es de suponer y es lo deseable, se dejarán ya al menos un tiempo los propósitos personales. Además, los ciudadanos votaron efectivamente aquí con una tendencia que fue mayor incluso a la de la arrasadora corriente nacional. Jalisco pasó apenas hace unos años del bipartidismo a la pluralidad y, hay que acentuarlo, el papel de los regidores llamados “de oposición”, viene a ser por ello de gran importancia. El término “responsable” es frecuentemente utilizado, pero, en realidad mayorías y minorías tienen deberes comunes ante las necesidades apremiantes. Los retos son mayúsculos y los ciudadanos están en espera de respuestas, muchas de ellas casi inmediatas. Pocos saben dónde empieza un municipio y termina otro, no hay fronteras y sí la imperiosa urgencia de tareas coordinadas, mismas que quizá nunca se han logrado incluso cuando los gobernantes eran, como ahora, del mismo partido.
En los municipios metropolitanos se habla de “continuidad” que, a mi modo de ver, es muy distinto al riesgo de caer en el “continuismo”, más bien referido a la conservación del poder. Que continúen las buenas acciones y programas es desde luego muy positivo, pero sin olvidar la dinámica de la gran ciudad y, sobre todo, atender, escuchar, tomar en cuenta verdaderamente la opinión y el juicio ciudadano. Por vez primera veremos alcaldes que “repiten”, lo que transformará su periodo en sexenio, razón de más para pensar en que se acumula experiencia para dejar de dar tumbos y mejor enderezar el rumbo hacia el trabajo en común, más participativo cada vez, más abierto a la gobernanza y al empoderamiento del ciudadano. Los desplantes autárquicos y de prepotencia burocrática no muestran el perfil de la genuina autoridad. Es esto lo que trastorna y ha impedido a nuestra gran ciudad un crecimiento sano y armonioso. Y todos vivimos hoy sus consecuencias.
A Guadalajara y su zona metropolitana se le está acabando el tiempo. Prácticamente se encuentra en estado de emergencia. Ojalá y los nuevos ayuntamientos lo entiendan ya y trabajen, por fin, coordinados. Ojalá.