ASÍ CONCEBIDA ES UN GRAN DISPARATE
Máxima de oro en los ámbitos militares y policiacos del mundo: si a una orden le sigue una contraorden, el resultado es el desorden.
Lástima que parezcan ignorarla en el próximo gobierno, comenzando por Andrés Manuel López Obrador y su secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, el mismo que hace pocas semanas había descartado el despropósito de que se cree una Guardia Nacional.
Este sábado, el Presidente electo retomó la ocurrencia de “reconvertir” Ejército y Marina Armada para, en
licuado con la Policía Federal (a la que injustamente descalificó), conformar la nueva corporación pacificadora que se ocupará de la seguridad pública y del interior porque, supone, en caso de una invasión extranjera, la defensa de la patria correrá a cargo de todos los mexicanos.
Como los chinacos, pues, y sus patéticas derrotas contra el ejército francés que terminó imponiendo a Maximiliano.
El proyecto va contra la naturaleza de lo militar porque ningún soldado de tierra, mar o aire se alistó para servir de policía.
Y mucho peor: el engendro encarnará la indeseable y vergonzante militarización del país.