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Falaz el discurso que pretende que ningún servidor público gane menos que el presidente. La argumentación pretende que no hay servidor más importante que el jefe de estado y gobierno, cuando en una democracia constitucional y atendiendo a los contrapesos el sueldo debe atender a la importancia y trascendencia del puesto, acorde a criterios objetivos, tal como lo ha planteado la OCDE. Lo que necesitamos son servidores públicos competentes que den resultados, e instituciones que logren atender a la dimensión valorativa para la que fueron creados, con los mecanismos necesarios para que realicen sus funciones de manera objetiva e imparcial; y a su vez el que los demás órganos y la ciudadanía cuente con las herramientas para prevenir la corrupción en la función pública.
El servicio público hasta ahora lejos de ser evaluado a cabalidad se ha alejado de las recomendaciones internacionales en la materia, lo que ha significado a su vez en un costo excesivo del gasto corriente. Pudiendo emplear inteligencia artificial y algoritmos para hacer este más eficaz y eficiente, y controlable, el discurso actual del salario presidencial es una distracción para impedir atender al centro de la problemática. Cuestiones tan esenciales como hacer del gobierno digital la norma y no la excepción; hacer de una regla que se elijan a servidores públicos por examen por oposición y con mínimo de licenciatura, se diluyen al intentar de hacer prevalecer el debate en la presunción que nadie es más importante que el titular del Poder Ejecutivo. Con ello a su vez se avala el discurso de décadas del presidencialismo, coadyuvando a la desconsolidación democrática en el mito del hombre fuerte que puede hacer todo a pesar que vaya en contra de nuestros derechos.
Como mexicanos, nos corresponde decir no al culto de la personalidad, para transformar esta coyuntura en una oportunidad para que la meritocracia se reivindique, y lograr que todos de manera corresponsable, logremos un país en donde el puesto le pertenezca a quien lo merezca por sus méritos y no por lo que aparenta ser. Germán Cardona Müller