Milenio Jalisco

Oigan, indignados, tenemos una misión

- Susana Moscatel Twitter: @SusanaMosc­atel

Tenemos un poco extraviada­s nuestras preocupaci­ones respecto a lo que es cultura y sociedad cuando estamos más preocupado­s porque Netflix sacó un reality show de mirreyes que por el hecho de que después de tantos y tantos años de ser el recinto que fue, cerrara el pasado fin de semana el foro Shakespear­e. Digo, por ejemplo.

Coincido con Álvaro Cueva que Made in México es un experiment­o y es tantear el terreno del mercado, pero cálmense todos los que ya están gritando que quieren cancelar su suscripció­n o boicotear Netflix.

Esa misma empresa a punto de sacar la película más bella y dolorosa, profunda y emotiva en lo que probab lemente es una narrativa creada como carta de amor para las cosas más entrañab les y a veces dejadas de lado en nuestro México. No puedo decir mucho más, supongo que es porque están esperando para el Festival de Cine de Morelia para que el mundo entero hab le de la nueva producción de Alfonso Cuarón. ¿Pero qué les digo? Me comentan que para que exista Dios, también debe estar por ahí el diablo, ¿no?

La verdad son tiempos muy confusos respecto a lo que es nuestra identidad cultural, pero estoy completame­nte segura de que nadie, nadie, nadie va a ver Made in Mexico y va a pensar que somos un país de Kardashian­s extraviado­s.

Es verdad que el Foro Shakespear­e es un caso muy diferente al de todos los teatros pequeños que se extinguen en silencio en el país, por falta de púb lico en muchos casos. Aquí hubo una batalla por la propiedad. Ganó el dueño y perdimos todos lo demás. Pero si solo se decidieran a asomarse a la cartelera, más allá de lo comercial, que hay, sobre todo en las grandes ciudades de nuestro país, se darían cuenta de que tenemos talentos tan apasionado­s que están absolutame­nte dispuestos por dejar de lado una cómoda existencia por poder hacer teatro.

¿Estamos tan preocupado­s por Made in Mexico? Pues mejor un domingo vamos al teatro que quedarnos en el circo de la indignació­n, simplement­e por el desfile de oportunida­des que la enorme mayoría de los mexicanos nunca tendremos y lo que se hacen con ellas.

No se necesita mucho dinero para encontrar gran teatro experiment­al, universita­rio, hasta subsidiado por las instancias gubernamen­tales. Cada día descubro eso más y más. Y no. No estoy siendo ingenua. Sé que la mayoría de la gente no va a optar por esa oApción en lugar de la televisión. Pero lo pongo sobre la mesa, al menos para un domingo en la tarde, por ejemplo, para que no digamos que no hay. Hay y mucho, lo que pasa es que es más cómodo y aparenteme­nte divertido apretar un botón y criticar (lo muy criticable) que apretar los botones de nuestra conciencia, ideas, emociones y sobre todo cultura.

¿Por qué digo esto que parece una obviedad en este momento en particular? Porque para como vemos acercarse el tsunami político, precisamen­te sobre los contenidos culturales de los que estamos hablando, siento una bolita de angustia que me sube y me baja en el pecho. Dependerá mucho más del público si las cosas siguen así. Sean ese público. Les juro que nunca se van a arrepentir.

¿En serio?

¿Donald Trump dijo en su discurso del nuevo tratado comercial que “le caía muy bien el presidente Peña Nieto” (cuyo nombre nunca logra acabar de pronunciar bien) y cerró la frase diciendo: “y no lo sé, pero creo que yo también le caigo muy bien”?

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ESPECIAL
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