El Cuau
La gran noticia que cimbró a Gilga es que hombres del campo de juego, seres de fusta y fusta acompañarán a Blanco en las gobernaciones de su estado
Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil leyó aquí y allá en sus periódicos que Cuauhtémoc dijo al asumir los poderes de Morelos que defenderá a su estado como al Tri. Ah, el futbol como metáfora de la vida pública, y como realidad. La verdad sea dicha (muletilla pagada por Morena y su mayoría absoluta), Cuau no defendió del todo bien a la selección mexicana del futbol, algunos buenos goles, pero muchas derrotas dolorosas, frustración y él siempre tirado en el césped. De pronto Gamés imaginó ese mismo retrato para el estado de Morelos, si ya de por sí: “De forma muy personal, puedo decirles que me enorgullece mucho el camino que he recorrido y los logros que hasta ahora he alcanzado, pero les aseguro que el estar aquí con ustedes es el honor más grande que he tenido. Se los dije antes y se los digo ahora, no les voy a fallar, los voy a defender como defendí a la camiseta de la selección mexicana tantos años”. De forma muy impersonal, Gil puede decirles que se enorgullece por el camino recorrido y en fon.
Good fellas
La gran noticia que cimbró a Gilga es que hombres del campo de juego, seres de fusta y fusta acompañarán a Cuau en las gobernaciones de su estado, que no es su estado, pero nada le hace. En primer lugar: Isaac Terrazas, ¡El Pitufooo Terrazas! Gran defensa lateral ¿izquierdo? Ocupará el fideicomiso Coruco Díaz. El Pitufo era un perro cuidando su área, en el mejor sentido de la palabra
perrón. Y que le dicen a Gamés de Germán Villa, un medio de contención muy serio, equilibrado, buen pasador. Villa ocupará el Instituto del Deporte de Morelos. Pero cuidado, ellos no solo fueron compañeros en el club América, compartieron la casaca del equipo nacional. El árbitro Gilberto Alcalá llega al gabinete de Cuau. El colegiado ocupará la cartera de Desarrollo Social, esa sí trae el presupuesto y toda la cosa.
Como dicen los ensayistas del ITAM: en resumen, lo que nos queda es rezar por Morelos y desear que Dios proteja al Cuau, y que los 7 millones de pesos que, dicen, le pagó el PES para aceptar la candidatura, los ahorre y no los malgaste. Por la señal de la santa cruz, líbranos señor, Dios nuestro, de nuestros enemigos. O como se diga. En fon.
Cuau: “Hay que decirle a la gente cómo son las cosas, la deuda que me van a dejar este sinvergüenza (sic) que se acaba de ir (Graco Ramírez) (…) No nos vamos a quedar de brazos cruzados, simplemente se lo vamos a dejar a la ley; el que la debe que la pague, si huye, hay que agarrarlo, estos que siempre han engañado a la gente, sacan la cabeza. Si tiene responsabilidad, hay que agarrarlo”. Lo dicho hay que agarrarlo, y agarrarlo fuertesón. Dicen los que saben, que El Cuau es desde ya presidenciable, mju, por eso dijo: “yo no les voy a fallar”.
Guevara Niebla el 2 de octubre
Los estudiantes que me acompañaban me jalaron hacia el piso apenas antes de que una ráfaga de metralla destruyera el techo y los cristales. Comenzaron a entrar balas de un calibre enorme. Nosotros estábamos tirados en el suelo, cubiertos por el yeso que se desprendía. Al rato las tuberías empezaron a romperse y el departamento se inundó. Éramos como 30 los que estábamos ocultos en el departamento, entre ellos Eduardo Valle Espinoza, El Buho, Pablo Gómez, Anselmo Muñoz, Félix Lucio Gamundi.
Empezaba a oscurecer y las balas seguían entrando. A veces rebotaban. En esos instantes uno solo piensa en sobrevivir. Cuando la metralla se suspendía nos arrastrábamos hasta el fondo del departamento. Recuerdo que el departamento era muy largo. En la entrada había un cubo de escalera. Se entraba directamente a la sala y más allá estaban las recámaras. Tenía tres ventanales, el de la sala y dos de cada recámara, que daban a la plaza. El ventanal de la sala era de vidrio; los otros, de plástico amarillo. Arrastrados llegamos a la parte de atrás y al lado izquierdo del departamento, donde estaba la cocina, un baño y otra recámara. Hasta ahí llegaban las balas. Había ya una capa de escombros en el suelo (de 1968: largo camino a la
democracia, Cal y Arena, 2008). Mañana: subrayados de Tlatelolco, aquella
tarde, de Luis González de Alba (Cal y Arena, 2016).