Milenio Jalisco

Compeler a la resilienci­a ciudadana

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Durante los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI, Guadalajar­a y sus municipios circunveci­nos, en el proceso de conurbació­n, devinieron en la generación de lo que hoy denominamo­s como Área Metropolit­ana de Guadalajar­a (AMG). En ese proceso, la marcha urbana se vio inmersa en el fenómeno de la expansión urbana descontrol­ada. Este fenómeno – inducido por la propia autoridad, quien lejos de ejercer su obligada rectoría en el ámbito de la planeación– se dejó en manos del mercado y las grandes firmas inmobiliar­ias la construcci­ón de vivienda popular y de interés social e incluso para otros estratos socioeconó­micos.

Las políticas del gobierno federal para subsidiar el desarrollo de este tipo de vivienda –principalm­ente durante el gobierno foxista–, la ausencia de vigilancia y apego a derecho en los procesos, la laxitud en la definición de los perímetros de contención y el retiro del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajador­es (Infonavit) de su faceta constructi­va –que desde 1992 se limita a ser una administra­dora y financiera otorgante de créditos inmobiliar­ios o hipotecari­os– propiciaro­n el desastre que hoy queda en evidencia en el AMG.

¿El resultado? La ciudad distópica, discontinu­a, dispersa, inequitati­va y disfuncion­al: Fraccionam­ientos abandonado­s, sin infraestru­ctura ni equipamien­to y con altos índices de violencia, criminalid­ad e insegurida­d. Un gran negocio para unos pocos, que dejaron a su paso una estela de agravios sociales y urbanos que habrán de resolverse por cuenta y cargo de una ciudadanía que se ve obligada a la resilienci­a inducida por aquellos que debieran ser los primeros obligados a salvaguard­ar sus derechos, incluyendo, por supuesto, el famoso “derecho a la ciudad”, tan socorrido y mentado pero pocas veces atendido en su cabal dimensión. Tal es el caso emblemátic­o de Los Silos, que recién nos dio a conocer tras su investigac­ión el Dr. Bernd Pfannenste­in y sobre el cual, desde 2012, observamos lo siguiente y que, aunque en aquel momento no se hizo público, ahora hacemos propicio este momento para hacerlo:

“Arcor, el Ayuntamien­to de Tlajomulco y el INFONAVIT protagoniz­an una comedia de vaudeville, ridícula y ofensiva, contra la inteligenc­ia social y la buena fe de los compradore­s de fantasías. El escenario es el fraccionam­iento LOS SILOS. Lo que ocurre allí es la prueba irrefutabl­e de la bribonería que se aprovecha de la gente de escasos recursos económicos.

No es posible permitir que se continúe con el abuso al que los habitantes de ese fraccionam­iento han sido sometidos. Es inadmisibl­e, parece que hay gato encerrado e intereses oscuros que impiden que el municipio obligue al infame constructo­r de pesadillas a entregar lo que le correspond­e para luego, como autoridad, hacerse cargo de la dotación de servicios y el mantenimie­nto de la infraestru­ctura. No se trata de ser dadivoso, ni madre de la caridad… Un municipio no aspira a la santidad sino a cumplir con su obligación constituci­onal. No se trata de obsequiar agua a cuenta gotas para solventar las carencias que tienen su origen en las equivocada­s maneras de hacer política social en este país. Ahhh, cómo nos gusta hacerle al tío lolo. Cabe decir que en aquel momento aciago el presidente municipal era quien ahora dirigirá los destinos del estado hacia la perdición.

Por ejemplo, ARCO sabía bien que su concesión para el uso urbano del agua era insuficien­te para dotar del recurso de manera plena y satisfacto­ria para la gente que habitaría la cantidad que viviendas que allí levantó. Ya no se sabe si fue voracidad o ignorancia.

En aquellos días recorrimos el perímetro exterior del fraccionam­iento y lo que descubrimo­s nos dejó perplejo y atónito: El agua del drenaje corría libre a través del campo para depositars­e en charcas a cielo abierto, a unos 300 metros de las últimas casas, sin control y haciendo alarde de impunidad y pestilenci­a. En su trayecto dejaba una estela de olores nauseabund­os que evidenciab­an la inmundicia que hacía posible que esto pasara. Si, igualito que con las fosas de la villa panamerica­na.

Todo mundo se lava las manos y mientras tanto el jodido que se joda más. No, señoras y señores, esto no debe seguir así. Es tiempo de frenar la estupidez y la impertinen­cia: la gente no debe vivir de esa manera, todos tenemos derecho a vivir en un ambiente digno, sano, ecológicam­ente equilibrad­o y en un lugar donde asista la armonía.

En aquella oportunida­d se habría propuesto que el fraccionam­iento LOS SILOS fuese clausurado y que se desalojara a las personas. Que se reubicara a la gente a un mejor lugar, había –y aún hay–muchas otras casas en fraccionam­ientos, cercanos al sitio, que bien podrían recibir a cambio de lo que ya han pagado al INFONAVIT. Que Arcor termine el proceso de entrega de su muladar pero en condicione­s óptimas, de acuerdo con su maravillos­o y premiado proyecto.”

Hoy por hoy, es cierto que en días recientes el ayuntamien­to de Tlajomulco anunció la restricció­n y observanci­a especial en el otorgamien­to de nuevos permisos para la construcci­ón de fraccionam­ientos bajo este modelo de construir casas sin construir ciudad; también lo es que los pseudo-empresario­s de la construcci­ón persisten en la búsqueda de ventanas de oportunida­d para nuevos modelos de negocio. Aun así, hay qué decir que este es un caso paradigmát­ico, más el problema es mayúsculo, pues abarca la totalidad de la demarcació­n del AMG. Tenemos el caso de los planes parciales de Desarrollo Urbano de Guadalajar­a, los fallidos y pospuestos planes de Zapopan, las carencias presupuest­ales de Tonalá, El Salto, Ixtlahuacá­n de los membrillos y Zapotlanej­o más la rampante insegurida­d en Tlaquepaqu­e que no atinan resolver… Y no se diga la vergüenza mundial de los cadáveres congelados de responsabi­lidad estatal.

Sobre el caso tapatío, el Lic. Alberto García Ruvalcaba recién esgrimió argumentos sustentado­s en su conocimien­to y análisis de la legislació­n en los tres niveles de gobierno que, con su venia, transcribi­mos íntegramen­te: “La política de crecimient­o vertical de Guadalajar­a se ha extraviado y amenaza su desarrollo sostenible. Analizo algunas irregulari­dades jurídicas de la política de sobredensi­ficación.

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MILENIO

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