Milenio Jalisco

El Vaticano vs Comité contra la Tortura

- Sara S. Pozos Bravo www.sarapozos.mx

El 4 de septiembre de 2014 la Santa Sede presentó sus Informes periódicos 16º a 23º ante el Comité de Naciones Unidas contra la Tortura. Dos años después, el 11 de enero de

2016, el Comité publica las Observacio­nes finales sobre los informes presentado­s por la Santa Sede. Es importante conocer los “Motivos de Preocupaci­ón y las Recomendac­iones” plasmadas en el documento

CERD/C/VAT/CO/16-23, porque nos permiten entender la resistenci­a del Vaticano sobre sus obligacion­es como ente jurídico, con responsabi­lidades y obligacion­es.

El primer motivo de preocupaci­ón es la objeción de la Santa Sede a reconocer al Comité y sus recomendac­iones. En el párrafo 3 c) y d) del documento

CERD/C/VAT/16-23, el Vaticano aseguró que las recomendac­iones del Comité “dan lugar a nuevos términos o crean nuevas obligacion­es”. Por eso razón, aunque está ante un órgano creado en virtud de un tratado internacio­nal, el Vaticano pretende desacredit­ar los alcances de las recomendac­iones. Entonces, el Comité le “… recuerda al Estado parte que la función del Comité no se limita a señalar contravenc­iones específica­s de la Convención, sino que también, de conformida­d con el artículo 9, párrafo

2, de dicha Convención, incluye formular sugerencia­s y recomendac­iones generales…”.

Entre las recomendac­iones relacionad­as con el tema de la discrimina­ción racial, el Comité recomendab­a –en

2016- que el Vaticano adoptara todas las medidas legislativ­as necesarias para prohibir la discrimina­ción racial, así como incorporar en dicha legislació­n la figura de la indemnizac­ión por parte de la Santa Sede en caso que una persona hubiera sido víctima de discrimina­ción racial. Finalmente, el “… Comité recomienda al Estado parte que establezca un mecanismo independie­nte para vigilar la aplicación de la Convención respecto de particular­es e institucio­nes que dependan de la autoridad de la Santa Sede. Este mecanismo debe contar con los recursos humanos, financiero­s y técnicos necesarios para cumplir con su mandato.

Este documento, que no ha recibido la atención necesaria, es la prueba de la participac­ión del clero católico en el genocidio en Rwanda. El Comité aseguró que era “posible que algunos [integrante­s del clero católico] no hayan rendido cuentas de sus actos…” Y recomendab­a en esa ocasión redoblar “… sus esfuerzos para depurar responsabi­lidades por el genocidio en Rwanda…” La participac­ión del clero católico quedó demostrada cuando las intencione­s de desaparece­r una minoría étnica y racial se hicieron presentes en 1994 pero, lo más grave fue lo que quedó documentad­o en el Tribunal Penal Internacio­nal en donde, al menos, cinco jerarcas católicos fueron encontrado­s culpables de participar en el genocidio. Un solo sacerdotes fue encontrado culpado y sentenciad­o a 15 años de prisión por haber asesinado a más de 2,000 tutsis (minoría étnica), entre otras atrocidade­s. El nombre del sacerdote era Athanase Seromba. Y así, más de cinco sacerdotes –entre ellos un obispo-.

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