Nos acompañan los muertos (2009)
‘Demasiadas libaciones liberales’, le responde Reyes Spíndola. Esa presencia es la del narrador que va siguiendo los pasos de Nervo. De esas y otras menudencias está hecha Perseguir la noche”. Hablas de que la novela está hecha de mentiras, sueños y laberintos. Las mentiras y los sueños son claros y creo que los laberintos son las zonas con las que los interconectas. Durante los lentos adioses y la larga agonía de dos ancianos perdidos en la longevidad, el narrador mira hacia atrás y ata sus recuerdos a los de ellos, reconstruyendo su propia historia y la de la Ciudad de México. Los vientos de la política irrumpen en la oscuridad de la vejez y en la vida diaria durante el convulso año de 2006 y pasan como una ráfaga ante la mirada borrosa de los viejos. La naturalidad prosística de Rafael Pérez Gay logra en estas páginas un ejercicio literario sin concesiones a la hora de narrar las interminables jornadas de enfermedad y deterioro, para recordarnos que los padres no sólo son el pasado sino también el futuro de los hijos.