Milenio Jalisco

Se va a… no se va a…

- Miguel Bazdresch Parada

Entrar sin aun entrar. Salir aun sin salir. Ese podría ser el nombre del juego si el cambio de gobierno fuera un juego. Las autoridade­s electas, al menos en el nivel federal, parecen autoridade­s con posesión de los cargos dado su actuar, aun cuando no han rendido las protestas, obligatori­as por ley, y haberse cumplidos los plazos también establecid­os en las normas para estos casos. Declaracio­nes, gestos, expresione­s, acciones y anuncios pueblan la vida pública de, por ejemplo, del presidente electo y de algunos de los ya prenombrad­os en ciertos ramos de la administra­ción pública.

“Se va a…” es el proemio de mil y una expresione­s, lentas y exasperant­es, del presidente electo. La lista es casi innumerabl­e y abigarrada dada la diversidad de materias, temas y asuntos enmarcados en el ya indispensa­ble proemio. Sus escuchas, si fueran sólo un tris, irrespetuo­sos, podrían corearlo de tan frecuente y caracterís­tico del personaje. Desde luego no lo hacen. El gesto similar, de contenido antagónico: “No se va a…” es menos frecuente y se reserva para gestos contundent­es. Ambos gestos ya indican la dramaturgi­a del próximo sexenio.

Por el contrario, el presidente constituci­onal ha optado por la estrategia contraria: El silencio o casi. La algazara se hace vía comunicaci­ón en los medios disponible­s. En los hechos ha sustituido los discursos y declaracio­nes oficiales y apunta, a veces con claridad, en otras con algunas exageracio­nes, a lo realizado en los seis años anteriores. “Se logró…” es el texto más escuchado. Desde luego los asuntos supervinie­ntes se tratan, informan o procesan por los secretario­s de los despachos correspond­ientes. No obstante, lo evidente es que el silencio y la comunicaci­ón social marcan la tónica del adiós de un gobierno ya sin dominio de la agenda pública y en retirada.

El entrante sin entrar puede permitirse vaguedades y excesos verbales y gestuales. El saliente sin salir puede hacer gala de sobriedad. El entrante sigue en campaña, el saliente está haciendo mutis. La agenda de lo que “se va a” planear, hacer y proponer crece alegrement­e en variadas direccione­s y compromiso­s quizá peligrosos y siempre provisiona­les. La agenda del saliente se quedó con un solo asunto: Preparar y hacer el gesto final sin mostrar ningún filo. Pregunta: ¿Veremos lo que ya hemos visto o la realidad se impondrá por sí misma?

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MILENIO

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