Verdades y simulaciones
Aveces más pronto de lo esperado llegan las verdades. En ocasiones estas aparecen ante nuestros ojos y no las vemos o muchos nos negamos a verlas. Dado que el presidente electo empezó a comportarse de manera ejecutiva casi de inmediato, sin observar prudencia alguna en los tiempos que distan hasta su ascenso al poder efectivo, de suyo también inició el inevitable proceso de desgaste que todo cargo público entraña, meses antes de su toma de posesión. Cierto que antes los gobernantes guardaban celosamente como caja de sorpresas, hasta el último momento, la designación de su gabinete pero, ahora, el anticipo quizá excesivo, está dando qué hablar, y mucho, antes de que siquiera asuman cargo alguno. Suponemos que no es una “prueba” previa o un ensayo para ir midiendo su actuar y reacciones públicas. Así que tomaremos como real que el cuadro presentado se convertirá íntegramente en el gabinete tal cual.
Pero a veces nos preguntamos, por ejemplo, ¿tendría tanta necesidad de asumir en el Senado la ex magistrada Olga Sánchez Cordero? Con todo y su impoluta y sin duda interesante trayectoria, sabemos que tiene medio pie en la Secretaría de Gobernación y no parece bueno andar dando brincos de chapulín, como estamos acostumbrados a tantos que suelen hacerlo. Esperaríamos que, ya designada, mejor hubiera dedicado todo su empeño y su tiempo en preparar la titularidad de una dependencia tan fundamental del Ejecutivo y no “pasar el rato” con injerencias en la Cámara Alta. A menos que sea para simular el mando y órdenes del presidente electo sobre el Congreso.
Otros días nos preguntamos si el próximo titular de la SCT, Javier Jiménez Espriú, no por ser octogenario pero sí por haber tenido una experiencia válida en el área de comunicaciones bastante remota (Subsecretario del ramo en el gobierno de Miguel de la Madrid), tendrá los elementos suficientes para querer apagar ímpetus de los macheteros de Atenco, casi tomando partido ya en la decisión de no continuar la obra del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. Creeríamos que, precisamente por esa experiencia, incluso porque fue director de Mexicana de Aviación en la última etapa antes de su privatización, entendería mejor el problema y no se mostraría francamente opositor. Algo simula el Ingeniero, o para avalar con una “consulta” que amenaza con ser fácilmente manipulada o para cargar con el costo político (no es de creer le importe mayor cosa) en cualquier determinación que resulte.
En verdad hay asuntos demasiado serios como para hablar de la “quemada” social del tan allegado al electo César Yáñez por ceder a los comprensibles anhelos de su ahora esposa para hacer “la boda del año” y exhibirla a todo lo que da en el olimpo de las publicaciones de la socialité y archirecontra “fifí”. Cierto que es solo un “evento social” (dijo AMLO) pero ¿le hubiera costado mucho al inminente funcionario federal un poco de discreción y menos alarde de una clase social que no es la representativa de un partido que se jacta de su visión popular? Esto nos recuerda más bien las frivolidades de Angélica Rivera que terminaron de empinar la agonizante presidencia de Peña Nieto.
No obstante, quizá sea el propio presidente electo quien pasa por no muy buenos momentos entre que busca por un lado sumar voluntades en el medio privado y empresarial y su -¿inconsciente?vuelta a las banderas de campaña, a las actitudes intolerantes ante la prensa que califica peyorativamente de “fifí” si le critica, a regresar a sus ataques a las reformas como la energética –“que no ha servido de nada”- y hasta presumir prácticamente ser el “salvador” del acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá, al menos en lo que toca a la soberanía, dijo, de nuestros recursos en la materia.
Claro que ya adelanta el presidente electo también sus optimistas predicciones en el terreno económico, que ojalá se cumplan aunque por ahora parecen sueños guajiros. No parece imposible pero sí muy difícil que México llegue el próximo año a una tasa de crecimiento económico en el orden del
4 por ciento, sobre todo cuando en la perspectiva mundial (FMI por ejemplo), seguirá abajo del 3 por ciento.
Y todavía es un misterio cómo afrontará el enorme gasto social ya previsto en becas y pensiones universales (excelentes pero que costarán “solo”
200 mil millones de pesos), o la merma al ingreso público con la baja del IVA en la frontera, o los costos de la descentralización del gobierno federal que pretende, o las nuevas refinerías (que empezaron por ser cinco, luego dos y que ahora se limitan a la “reconfiguración” de las actuales), así como algunas políticas contradictorias como congelar los precios de la gasolina –en principio “hurra”- pero incompatibles con las escalas del combustible a nivel internacional y que, en conjunto, hacen temer el regreso a los subsidios, mayor insuficiencia presupuestal y la posible aceleración de la inflación y (hay que tocar madera) eventuales nuevas devaluaciones.
Ahora que si, además, se torna en realidad el regreso de Elba Esther al liderazgo del SNTE, que se sumaría al fusilamiento anunciado de la reforma educativa, no hay duda de que las verdades del presidente electo quedarían en entredicho con tantas y evidentes simulaciones.