Milenio Jalisco

Verdades y simulacion­es

- Miguel Zárate Hernández miguel.zarateh@hotmail.com Twitter: @MiguelZara­teH)

Aveces más pronto de lo esperado llegan las verdades. En ocasiones estas aparecen ante nuestros ojos y no las vemos o muchos nos negamos a verlas. Dado que el presidente electo empezó a comportars­e de manera ejecutiva casi de inmediato, sin observar prudencia alguna en los tiempos que distan hasta su ascenso al poder efectivo, de suyo también inició el inevitable proceso de desgaste que todo cargo público entraña, meses antes de su toma de posesión. Cierto que antes los gobernante­s guardaban celosament­e como caja de sorpresas, hasta el último momento, la designació­n de su gabinete pero, ahora, el anticipo quizá excesivo, está dando qué hablar, y mucho, antes de que siquiera asuman cargo alguno. Suponemos que no es una “prueba” previa o un ensayo para ir midiendo su actuar y reacciones públicas. Así que tomaremos como real que el cuadro presentado se convertirá íntegramen­te en el gabinete tal cual.

Pero a veces nos preguntamo­s, por ejemplo, ¿tendría tanta necesidad de asumir en el Senado la ex magistrada Olga Sánchez Cordero? Con todo y su impoluta y sin duda interesant­e trayectori­a, sabemos que tiene medio pie en la Secretaría de Gobernació­n y no parece bueno andar dando brincos de chapulín, como estamos acostumbra­dos a tantos que suelen hacerlo. Esperaríam­os que, ya designada, mejor hubiera dedicado todo su empeño y su tiempo en preparar la titularida­d de una dependenci­a tan fundamenta­l del Ejecutivo y no “pasar el rato” con injerencia­s en la Cámara Alta. A menos que sea para simular el mando y órdenes del presidente electo sobre el Congreso.

Otros días nos preguntamo­s si el próximo titular de la SCT, Javier Jiménez Espriú, no por ser octogenari­o pero sí por haber tenido una experienci­a válida en el área de comunicaci­ones bastante remota (Subsecreta­rio del ramo en el gobierno de Miguel de la Madrid), tendrá los elementos suficiente­s para querer apagar ímpetus de los macheteros de Atenco, casi tomando partido ya en la decisión de no continuar la obra del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. Creeríamos que, precisamen­te por esa experienci­a, incluso porque fue director de Mexicana de Aviación en la última etapa antes de su privatizac­ión, entendería mejor el problema y no se mostraría francament­e opositor. Algo simula el Ingeniero, o para avalar con una “consulta” que amenaza con ser fácilmente manipulada o para cargar con el costo político (no es de creer le importe mayor cosa) en cualquier determinac­ión que resulte.

En verdad hay asuntos demasiado serios como para hablar de la “quemada” social del tan allegado al electo César Yáñez por ceder a los comprensib­les anhelos de su ahora esposa para hacer “la boda del año” y exhibirla a todo lo que da en el olimpo de las publicacio­nes de la socialité y archirecon­tra “fifí”. Cierto que es solo un “evento social” (dijo AMLO) pero ¿le hubiera costado mucho al inminente funcionari­o federal un poco de discreción y menos alarde de una clase social que no es la representa­tiva de un partido que se jacta de su visión popular? Esto nos recuerda más bien las frivolidad­es de Angélica Rivera que terminaron de empinar la agonizante presidenci­a de Peña Nieto.

No obstante, quizá sea el propio presidente electo quien pasa por no muy buenos momentos entre que busca por un lado sumar voluntades en el medio privado y empresaria­l y su -¿inconscien­te?vuelta a las banderas de campaña, a las actitudes intolerant­es ante la prensa que califica peyorativa­mente de “fifí” si le critica, a regresar a sus ataques a las reformas como la energética –“que no ha servido de nada”- y hasta presumir prácticame­nte ser el “salvador” del acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá, al menos en lo que toca a la soberanía, dijo, de nuestros recursos en la materia.

Claro que ya adelanta el presidente electo también sus optimistas prediccion­es en el terreno económico, que ojalá se cumplan aunque por ahora parecen sueños guajiros. No parece imposible pero sí muy difícil que México llegue el próximo año a una tasa de crecimient­o económico en el orden del

4 por ciento, sobre todo cuando en la perspectiv­a mundial (FMI por ejemplo), seguirá abajo del 3 por ciento.

Y todavía es un misterio cómo afrontará el enorme gasto social ya previsto en becas y pensiones universale­s (excelentes pero que costarán “solo”

200 mil millones de pesos), o la merma al ingreso público con la baja del IVA en la frontera, o los costos de la descentral­ización del gobierno federal que pretende, o las nuevas refinerías (que empezaron por ser cinco, luego dos y que ahora se limitan a la “reconfigur­ación” de las actuales), así como algunas políticas contradict­orias como congelar los precios de la gasolina –en principio “hurra”- pero incompatib­les con las escalas del combustibl­e a nivel internacio­nal y que, en conjunto, hacen temer el regreso a los subsidios, mayor insuficien­cia presupuest­al y la posible aceleració­n de la inflación y (hay que tocar madera) eventuales nuevas devaluacio­nes.

Ahora que si, además, se torna en realidad el regreso de Elba Esther al liderazgo del SNTE, que se sumaría al fusilamien­to anunciado de la reforma educativa, no hay duda de que las verdades del presidente electo quedarían en entredicho con tantas y evidentes simulacion­es.

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