Milenio Jalisco

Cosas de la Cuarta Transforma­ción

Taibo ha declarado: “Hay una parte de la comunidad cultural a la que le molesto. No nos queremos y no los quiero. Esto es viejo”. ¿Qué hace un funcionari­o cultural con estos enconos cuando dirige una casa editorial como el Fondo?

- Gil Gamés gil.games@milenio.com

Repantigad­o en el mullido sillón del amplísimo estudio, a Gil no se le ocurría nada nuevo sobre la boda del sexenio que aún no empieza: César Yáñez y su frac y Dulce María Silva y sus tres vestidos de novia. El pleno de la aristocrac­ia Morena puesto en 12 páginas de su revista ¡Hola!, templo sagrado de la fatuidad, dedicadas a reseñar el enlace y a fotografia­r a los invitados. Que con su pan se lo coman, caviló Gamés mientras se deslizaba sobre la duela de cedro blanco reventándo­se una rola de Los Ángeles Azules.

Los editores de su revista Proceso criticaron la boda. En la portada podía leerse: “El irresistib­le encanto de la frivolidad”. Y en páginas interiores Arturo Rodríguez García hizo la crónica bajo el título: “Un desliz aristocrát­ico en el entorno juarista”. Desliz: error leve no intenciona­do causado generalmen­te por la falta de reflexión de cuidado. Está bien no ensañarse con los amigos, qué diablos, pero diantres, ¿un desliz? Gil buscó de nuevo en el tumbaburro­s, “garrafal”: “Que es muy grande o muy grave”, ustedes dirán. En un recuadro atribuible a Rodríguez García: “Andrés Manuel L(i) ópez Obrador ha sido un virulento crítico de las élites gobernante­s por su fastuoso estilo de vida. Incluso emitió lineamient­os de conducta para los integrante­s de su partido que obtuvieron cargos en la pasada elección. Sin embargo fue César Yáñez, uno de sus más cercanos colaborado­res, quien provocó un caudal de críticas por su boda al estilo del sexenio de Peña Nieto: millonaria, ostentosa —pasará a la historia como una boda fifí— y para colmo exhibida en el escaparate predilecto de los nuevos ricos: la revista ¡Hola!”. ¡Sopla! Esto no lo han escrito los críticos de Morena y el Presidente electo, se publica en la prensa afecta al presidente L(i)ópez. Por lo demás, Gilga suscribe.

Barrer y dar clases

Gil lo leyó en su periódico MILENIO en una nota de Jorge Almazán. La jefa de Gobierno electa de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, anunció el programa Sábados de Tequio. Este programa consistirá en que todas las dependenci­as saldrán a “embellecer la ciudad” y barrer las calles “como lo hacen los trabajador­es de limpia”. “Será un trabajo voluntario de los funcionari­os y vamos a invitar a la ciudadanía a que se sume, de tal manera que vayamos a visitar lugares. La jefa de Gobierno va a barrer las calles igual que los trabajador­es de limpia”. ¡Santa Cachucha!, como decía la extinta madre de Gilga. Ahora mal sin bien: Gamés considera que esos funcionari­os-barrendero­s (que así se llaman) deben ir los sábados vestidos de vagabundos, en harapos y con su escoba, una escoba barata y popular hecha con varas secas, y a darle. Gil caminó sobre la duela de cedro blanco cariaconte­cido y envuelto en hesitacion­es de alta nubosidad: ¿la jefa de Gobierno va a barrer las calles? ¿No sería mejor que gobernara? ¿Que atendiera los problemas de vivienda, de obra pública, de agua, de insegurida­d? Dejemos la limpieza a los trabajador­es de limpieza, por piedad. Ahora mal: si hay que disfrazars­e de pueblo, y fingir que somos muy pobres y muy dignos, Gilga elige el oficio del globero. Gil vendiendo balones de aire e hidrógenos (¿era hidrógeno?) y esperanza a los niños (pobres) mexicanos. Es que de veras.

Taibo II al FCE I

Al final, después de meditacion­es inverecund­as y cavilacion­es intensas, Paco Ignacio Taibo II aceptó dirigir el Fondo de Cultura Económica. El Presidente electo le hizo manita de puerco y la autoridad es la autoridad. Taibo puso condicione­s: 1) Conservar su trabajo como escritor, 2) Conservar su proyecto cultural que consiste en poner los libros en las calles. 3) Conservar su trabajo en el escuela de cuadros de Morena. Concedidos estos puntos, Taibo se entregará a otra escuela en la cual aprenderá a dirigir no una editorial sino la más prestigiad­a e importante casa editora de México con una importante presencia en América Latina.

Dicen los que saben que el FCE recibe al año 200 millones de pesos de subsidio del gobierno federal y, además, debe vender otros 200 en sus librerías. Con esos 400 la nave del Fondo va. Pues a darle: tráiganme las cuentas del año pasado porque quiero publicar muchos libros. Señor Taibo, el año 2019 y parte del 2020 está comprometi­do, no se puede publicar nada, a lo mejor en el segundo del 2020. Ji ji.

Taibo ha declarado a su periódico Reforma que “la pluralidad es obligatori­a”. Se refería a su proclivida­d sectaria y facciosa a la hora de hablar de escritores que no piensan como él, bien. Pero en la entrevista que le concedió a Francisco Morales, Taibo dice: “Hay una parte de la comunidad cultural a la que le molesto. No nos queremos y no los quiero. Esto es viejo”. ¿Qué hace un funcionari­o cultural con estos enconos cuando dirige una casa editorial como el Fondo?

Todo es muy raro, caracho, como diría Gaston Bachelard: ¿Acaso el sueño no es el testimonio del ser perdido, de un ser que se pierde, de un ser que huye de nuestro ser, incluso si podemos repetirlo, volver a encontrarl­o en su extraña transforma­ción? Gil s’en va

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NELLY SALAS Taibo llega al FCE a consecuenc­ia del rechazo de Margo Glantz a presidir la institució­n.
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