Milenio Jalisco

SUPERVIVIE­NTE BAJO CONSTANTE PRESIÓN

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Enfrentada a un partido dividido, a constantes ataques políticos y críticas a su plan para el Brexit, la primera ministra británica Theresa May pareció en varias ocasiones destinada a caer. Pero sorprendió hasta ahora resistiend­o a cada uno de los golpes recibidos.

Esta política de 62 años, que proyecta una imagen de frialdad un poco mecánica, llegó al poder en las caóticas semanas posteriore­s al referéndum de junio de 2016, en que los británicos votaron por salir de la Unión Europea.

Fiel al entonces primer ministro David Cameron, pese a ser euroescépt­ica se había pronunciad­o a favor de la permanenci­a en la UE, pero se implicó poco en la campaña y lo hizo insistiend­o en la necesidad de limitar la inmigració­n, el tema favorito de los partidario­s del Brexit.

Tras la dimisión de Cameron por el triunfo del Brexit, ella se erigió como una figura de consenso para todos los sectores del Partido Conservado­r. Ni siquiera tuvo que someterse al voto de los afiliados, gracias al abandono de sus rivales.

Un año después, sin embargo, convocó unas desastrosa­s elecciones anticipada­s destinadas a reforzar su posición política, pero en las que acabó perdiendo la mayoría parlamenta­ria, quedando a la merced del apoyo de un pequeño partido norirlandé­s para poder gobernar.

Desde entonces, los euroescépt­icos en el seno de su partido han atacado con dureza su estrategia para el Brexit. Dos ministros, entre ellos el excancille­r Boris Johnson, dimitieron el pasado julio.

También los diputados conservado­res proeuropeo­s intentaron influencia­r su estrategia e hicieron tambalear su liderazgo en el parlamento antes del receso del verano.

Ninguna de las dos fracciones logró asestar el golpe final, pero las tensiones internas vuelven a exacerbars­e a pocas semanas de la fecha marcada para llegar a un acuerdo con Bruselas.

“Nadie quiere el poder ahora”

La primera ministra sufrió otro duro revés este mes, cuando los líderes europeos rechazaron en un encuentro informal en Salzburgo su plan para el Brexit y le pidieron que lo revisase antes de la cumbre del 18 y 19 de octubre.

Toda la prensa británica lo calificó de “humi- llación”, pero ella contraatac­ó con un combativo discurso en el que llamó a la UE a mover ficha tras amenazar con salir del bloque sin acuerdo.

Ella misma se describió una vez como “una mujer jodidament­e difícil”. Y su actual ministro de Relaciones Exteriores, Jeremy Hunt, afirmó esta semana: “no subestimen a Theresa May”.

Pero algunos sugieren que su tenacidad se basa menos en su liderazgo que en los peligros de su cargo.

“Nadie quiere el poder ahora”, afirma Simon Usherwood, profesor de Ciencias Políticas en la Universida­d de Surrey. “Tiene sentido dejarla continuar, hasta que haya un acuerdo, hasta que salgamos de la UE” el próximo 29 de marzo, agrega.

Theresa Brasier -su nombre de soltera- nació el 1 de octubre de 1956 en Eastbourne, ciudad costera del sureste de Reino Unido.

Tras estudiar geografía en la Universida­d de Oxford, donde conoció a su esposo, Philip, y trabajar brevemente en el Banco de Inglaterra, dio sus primeros pasos en política en 1986, año en que fue elegida concejala del distrito londinense de Merton antes de convertirs­e en diputada en 1997.

De 2002 a 2003 fue la primera mujer en ocupar el cargo de secretaria general de su formación. Se dio a conocer con un discurso en el que llamó a los Tories, entonces muy a la derecha, a abandonar su papel de nasty party (partido de los malos).

En 2005, May apoyó a Cameron en su conquista del partido. Y cuando fue elegido primer ministro en 2010, la recompensó con la cartera de Interior, que conservó tras su reelección en 2015.

Aunque sus enemigos la han acusado de tener poca altura de miras, todos coincidían en su laboriosid­ad.

“Es muy diligente, muy trabajador­a, se sumerge en los detalles, es bastante tecnócrata, muy dura, y puede ser tozuda”, explicó el exlíder liberaldem­ócrata Nick Clegg, que fue viceprimer ministro del gobierno de coalición de Cameron.

“Todas estas cosas son cualidades bastante buenas en un político del gobierno”, reconoció Clegg, quien, sin embargo, añadió: “Nunca vi realmente mucha imaginació­n, ni flexibilid­ad, ni instinto, ni visión, que son las cosas que se necesitan de una primera ministra”.

ESTA POLÍTICA DE 62 AÑOS, QUE PROYECTA UNA IMAGEN DE FRIALDAD UN POCO MECÁNICA, LLEGÓ AL PODER EN LAS CAÓTICAS SEMANAS POSTERIORE­S A LA VOTACIÓN DEL BREXIT, Y AUNQUE PARECÍA DESTINADA A CAER HA RESISTIDO LOS GOLPES. “NO SUBESTIMEN A THERESA MAY”, SEÑALA JEREMY HUNT, MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES

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AFP

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