La mala poesía es un peligro
Pronto los de la generación que creemos que el poeta nace moriremos, y entonces florecerán los artesanos literarios, los que manejan el lenguaje literario, los que se preocupan por las relaciones de superficie y escriben bien.
Se acabarán los problemas que les resultan ante las declaraciones de esos poetas tocados por la mano de fuego de los dioses que los discriminan por sus artesanías lingüísticas, sus artificios, su falsedad. La mala poesía no es inocente: es sumamente peligrosa.
Nos iremos muriendo poco a poco, y mientras eso vaya ocurriendo ocuparán los lugares los artesanos literarios, los que creen que el lenguaje es todo, incluso que el mundo es una convención lingüística.
Habrá entonces otro tipo de escritura que se reconocerá como poesía sólo por la forma, sólo porque alguien con una cierta autoridad académica, o por el apoyo que el Estado le brinda, lo afirme. No habrá diferencia entre prosa y poesía.
Ya hay una buena cantidad de este tipo de productos literarios que circulan desde los 90, que poco a poco han sido aceptados por los más jóvenes que han modificado su manera de apreciar al mundo.
La preocupación de los artesanos que escriben es el ingreso al mundo del espectáculo, al que el Estado los ha orillado con sus políticas culturales.
El campo de la fama deja dinero directo e indirecto y fama, que implica publicaciones que producen regalías de por vida.
Un artesano necesita ganar bien, sin importar la calidad de lo que hace.
Un artesano es un obrero que sólo debe saber cómo hacer las cosas, como induce el conductismo skinneriano, y para eso están los talleres y las escuelas de escritores.
Como todo es un sistema, lo que pasa en una parte afecta a las otras, de modo que la desaparición de la poesía afecta las relaciones amorosas, la economía personal, la ciencia y los sueños.
Hay partes del cerebro que también se afectan, y eso perjudica al hígado, al páncreas, al intestino, a la próstata, y como todo enfermo es una fuente de ingresos para los doctores, la industria farmacéutica, bancos, taxis, y muchas cosas más, entonces quienes gobiernan le apuestan a la ausencia de la poesía, porque favorecerá al capitalismo salvaje.
Los mentirosos afirman que estos textos artesanales son la poesía de hoy, la poesía joven del internet, la que revoluciona.
Y como su voz es poderosa y provoca temor reverencial todo mundo lo acepta.
Hay un proverbio que dice: “El hombre acepta la moneda de cobre porque sabe que en algún lugar del mundo hay monedas de oro”.