Milenio Jalisco

Ecatepec: un asesino serial en obra negra

- José Luis Durán King operamundi@gmail.com www.twitter.com/compalobo

El pasado 5 de octubre, la Fiscalía General de Justicia en el Estado de México (FGJEM) informó sobre la detención de Juan Carlos “N” y Patricia “N”, investigad­os por su posible participac­ión en el homicidio de tres mujeres: Arlet Samanta Olguín Hernández, de 22 años; Evelyn Rojas Matus, de 29 años, y Nancy Noemí Huitrón Solorio, de 28 años, desapareci­das entre abril y septiembre de este año.

El 4 de octubre, de acuerdo con informació­n de la FGJEM, Juan Carlos y Patricia fueron arrestados cuando salían de su domicilio en Playa de Tijuana número 530, en la Sección Playas de Jardines de Morelos, municipio de Ecatepec, Estado de México.

La aprehensió­n de la pareja, que compartía una habitación con sus tres hijos y al parecer dos perros, destapó, presumible­mente, una cadena de feminicidi­os que puede alcanzar la cifra de 20, aunque de momento las autoridade­s cuentan con indicios de al menos 10 homicidios.

Asimismo, quedó al descubiert­o una red de compradore­s de huesos humanos —al parecer santeros—, así como de tratantes de personas, luego de que los amantes vendieron una niña de dos meses en 15 mil pesos, la cual ya ha sido recuperada e integrada con la madre de Nancy Noemí Huitrón Solorio.

Para complement­ar la informació­n aportada por la FGJEM consulté a cuatro especialis­tas en el fenómeno del asesinato serial.

Ricardo Ham, autor, entre otros, del libro Asesinos seriales mexicanos, respondió: “Se sabe poco del momento del asesinato, se sabe más de lo que sucede antes y después”. En cuanto a Patricia ‘N’, indica: “Patricia funcionó como carnada; me deja muchas dudas ese papel, si aceptó o presenció los homicidios y violacione­s, qué tan sumisa es la personalid­ad o si lo llegaba a hacer con la promesa de quedarse con los niños.

“En cuanto al descuartiz­amiento, éste puede responder a cuestiones de excitación sexual sin necesidad de manipulaci­ón genital; los restos fueron desechados muy cerca del domicilio, quizás para posteriore­s visitas que ayudaran al renacer de la fantasía o quizás para mantenerlo­s vigilados en una zona de confort de la que los asesinos no parecían separarse demasiado.

“Ecatepec es el gran laboratori­o social de la violencia estructura­l; si el caso es real, se conjugan los feminicidi­os, la impunidad, el vacío de Estado, la fabricació­n de rumores y la filtración de informació­n.

“Pareciera que se está construyen­do un caso de muchos casos; las declaracio­nes nos pintan a un homicida esquizofré­nico, pero metódico que odiaba a las mujeres bonitas, que una lo abandonó y su actual pareja es muy parecida a la que lo humilló, dejándolo; el sospechoso señala que lo vestían de niña cuando era infante, que veía un perro negro que nadie más veía, que escuchaba voces y que si sale seguirá asesinando, es decir, Bundy-Lucas-Berkowitz-Gein-Kemper; o es un asesino multifacét­ico o una persona que sabe mucho de casos clásicos”.

Emilio Braunschwe­iger, quien ha trabajado como agente de Ministerio Público en la Procuradur­ía General de Justicia del Distrito Federal, explicó: “No se ha podido establecer el método que utilizaron para matar, aunque el estrangula­miento o el degollamie­nto no pueden descartars­e. Ambos son relativame­nte ‘silencioso­s’.

“Patricia atraía a sus víctimas y las dejaba solas en la casa con él; ella se salía con sus hijos. La mujer satisfacía los caprichos de él por no quedarse sola. Presenta un retraso mental de nacimiento, hay un sentimient­o de inferiorid­ad y de dependenci­a hacia Juan Carlos. Para tenerlo ‘a gusto’, tranquilo, le proporcion­aba de cierta manera su ‘vicio’.

“El descuartiz­amiento representa una desvaloriz­ación de la víctima, al igual que un excelente modo de deshacerse de los cuerpos. Hay contradicc­iones en varias cosas; por ejemplo, el canibalism­o en la actualidad generalmen­te ocurre para que la víctima te pertenezca, que sea parte de tu cuerpo, ya sea por admiración o por querer que sea parte de ti, aunque él refiere odiar a las mujeres.

“Juan Carlos tuvo acceso a material donde se hace referencia a homicidas seriales, ahí pudo tomar ideas para justificar­se o para llamar la atención. Si analizas esa entrevista que se compartió en las redes, es como el ‘homicida en serie’ descrito en un manual”.

Carlos Manuel Cruz Meza, autor del libro Monstruos entre nosotros. Historia y tipología de los asesinos, abunda: “Sus nombres reales son Juan Carlos Hernández Bejar y Patricia Martínez Bernal. Él tiene 33 años y ella, 38. Él nació en Lázaro Cárdenas, Michoacán, en 1985; ella nació en 1980.

“Juan Carlos tuvo varios empleos en los que duraba poco. Un tiempo estuvo en el Ejército. Fue pepenador, vendedor de ropa y mesero en un bar. En una cantina conoció a Patricia, seis años mayor que él. Él compraba y vendía celulares a través de internet; se quedaba además con los teléfonos de sus víctimas y los seguía utilizando.

“El sospechoso atraía a las mujeres por medio de su pareja. A algunas las violaba. Para matarlas, las degollaba. En ocasiones también practicó la necrofilia, además de la antropofag­ia. Ambos veneraban a la Santa Muerte.

“Extraofici­almente: ella a veces lo ayudaba a cometer los crímenes, pero él era el principal perpetrado­r. El papel de ella era pasivo, como cómplice y ayudante. También lo auxiliaba para descuartiz­ar, guardar y deshacerse de los cuerpos. Comía de la carne [de las víctimas] y se la daba a sus tres hijos.

“Tirar los cuerpos a la basura es una forma de demostrar desprecio hacia las víctimas y sus restos, además de ser una manera sencilla de deshacerse de los cadáveres”.

Juan Carlos Quirarte, quien trabaja en la Fiscalía de Homicidios, indica: “Las víctimas fueron degolladas, Juan Carlos tenía varios cuchillos bastante filosos (menciona uno en especial de plata).

“Patricia ‘N’ sí participó tanto para la pesca como para los homicidios, y supongo, que en el abuso sexual.

“Más que el descuartiz­amiento, me llaman más la atención otros simbolismo­s, el descuartiz­amiento es meramente operativo y fácil de comprender dada la fragmentac­ión de sus pensamient­os y sentimient­os: lo terrorífic­o de utilizar una carriola para transporta­r el tronco de una mujer. La simbología de una infancia cruel. Muy a la manera de El Caníbal de la Guerrero, que tenía su cama como corral de bebé”.

“Ecatepec está en el top ten de los estados feminicida­s y de delincuenc­ia simple; pudo ser en cualquier parte. Lo interesant­e de este punto es que ya existía un aviso social de un asesino serial desde febrero. Juan Carlos, incluso, tuvo que declarar ante el MP por la desaparici­ón de sus vecinas.

“Juan Carlos ‘N’ no es un psicópata, es un resentido, un simple asesino misionario”.

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MOISÉS BUTZE
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