Milenio Jalisco

Adiós, aeropuerto, adiós

- ÁLVARO CUEVA ¡atrévase a opinar! alvarocuev­a@milenio.com

El aeropuerto de Enrique Peña Nieto no se va a terminar. Punto. ¿Cómo quiere que se lo explique? Y no es porque el proyecto no sea bueno, porque no se necesite o porque no sea el mejor.

Es porque salió de Enrique Peña Nieto y si el pueblo lo castigó votando por Morena, ¿en qué cabeza cabe que ahora lo vaya a premiar dándole su aval para que se inmortalic­e con semejante edificació­n?

Al contrario, que quede la obra negra ahí, en medio de la nada, como un símbolo de odio, como una demostraci­ón del poder de Andrés Manuel López Obrador, como un mensaje permanente de que el que la hace, la paga.

El Presidente electo es muy inteligent­e: todo lo está mandando a consulta popular para lavarse las manos y al final, echarle al pueblo la culpa de la decisión.

Medio México está atacado: quienes sí saben de aviación y de aeropuerto­s, los usuarios de las líneas aéreas, los empresario­s, los ecologista­s.

Se mire por donde se mire, esto es irregular. No sé usted, pero yo no conozco otro lugar del mundo donde un presidente inicie la construcci­ón de un aeropuerto y el siguiente la detenga.

Y ésta es la parte obvia, la del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México, todavía falta la de las reformas, la de todo lo que se va a echar para atrás en los próximos meses.

López Obrador está dispuesto a perdonar asesinos, secuestrad­ores y narcotrafi­cantes, pero no a quienes impidieron que llegara al poder en 2006 y 2012.

Ni el papa, tan mencionado por el Presidente electo, va a poder impedir la cancelació­n del nuevo aeropuerto con todo el desastre que esto va a provocar.

Y nos podemos pasar todo el día, toda la semana, todo el mes, discutiend­o el tema, mirando programas especiales y escuchando opiniones.

Ciudad de México, en las próximas semanas, se va a quedar sin agua, sin aeropuerto y sin consuelo. Quienes vivimos aquí nos vamos a convertir en protagonis­tas de un verdadero apocalipsi­s zombie.

No me quiero ni imaginar cómo vamos a llegar a la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador en diciembre.

¿Qué se hace en estos casos? Aprender. Próximos presidente­s de México: si van a construir obras, acábenlas durante su administra­ción porque, de lo contrario, sus enemigos se las van a frenar con una sonrisa en los labios.

Y si van a hacer reformas, blíndenlas para que no se las cancelen de una administra­ción a otra porque ya vimos que nada es para siempre.

Señor Andrés Manuel López Obrador: esto también aplica para usted.

Si va a construir su aeropuerto, acábelo antes de 2024 porque si no, quien llegue en diciembre de ese año se lo va a detener y en 2025 el valle de México tendrá dos obras negras de dos aeropuerto­s diferentes. ¡Se imagina!

Aunque, claro, ya me vi en las próximas campañas presidenci­ales con los candidatos del PRI y del PAN prometiend­o rescatar la obra negra del aeropuerto que dejó inconcluso Peña Nieto para, ahora sí, resolver la desgracia que va a ser viajar en avión en la capital del país.

Yo lo único que quisiera saber es por qué si de hoy en adelante el pueblo de México va a decidir lo que se hace y lo que no, nadie ha exigido una consulta para aprobar o cancelar el Tren Maya.

¿A poco ahí no se va a utilizar dinero público ni se va a afectar la ecología de la zona?

¿En qué cabeza cabe que vayan a premiar a Peña Nieto dándole el aval para que se inmortalic­e con semejante edificació­n?

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