Chayito, esa chica alborotada
Cuando Melania Trump, a quien no podemos acusar de ser gente sencilla del campo, afirmó en África (donde desplegaba cual si fuera Jane en busca de Tarzán) que con toda probabilidad era la persona más acosada del mundo, dejó en claro que no había vivido lo suficiente como para haber conocido Ecatepunk (donde los mostros feminicidas hacen su nido y el acoso es una industria) o a Chayito Robles, que fue sometida a un verdadero bullying hipermanchado durante su comparecencia en San Lázaro.
Ya nada más faltaba que me la acusaran de que por culpa de su afición a Louis Vuitton y Lobutin se le había olvidado el marxismo. O que le recordaran el papel de La Maestra Gordillo y Martita Sahagún — con quienes en su momento formó el grupo de Las Chicas Super tendenciosas—en su transformación en sofisticada femme fatale del red set, oséase de la izquierda que bien vestida jamás será vencida.
Pobre mujer, no se vale que solo porque hay unos desfalcos millonarios en dos de las secretarías que ha tenido a su cargo en este impoluto sexenio la hayan sometido a lo que Rosario misma, sin ningún asomo melodramático ni telenovelero, denomina como “violencia política de género”.
Un concepto recientemente acuñado por ella misma, desde que la investigación sobre la llamada Estafa Maestra, basada en detallados trabajos realizados por la Auditoría Superior de la Federación, donde tanto la Sedesol como la Sedatu vivieron con intensidad el deporte de las desviaciones de recursos y empresas fantasma. Una pieza periodística que obtuvo reconocimientos nacionales e internacionales, pero que no desembocaron en la detención y señalamiento más que a puro charalillo. Esto debido quizá a que la PGR tenía cosas más importantes que hacer como perder el caso de Javidú, los presuntos involucrados en la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, por su afición a darle de patadas al pesebre del debido proceso.
En el fragor del debate, la diputada Martha Tagle, en muy mal plan, le dijo a la secretaria “No te equivoques, Rosario”, en el sentido de que el fuero que le había asignado mi licenciado Peña al ritmo de “No te preocupes, Rosario”, se le iba a terminar. Pobrecita mi Chayito cuando la Tagle le hizo ver que el género no la eximía de sus responsabilidades. Pero Chayito, si sobrevivió a Ahumada, y al compló salinista, sobrevivirá a cualquier cosa. A menos que se la cobren completita pues, a pesar de toda su maestría, en las elecciones, valió gorro.
Mala onda que a la hora de los reproches contra Rosario, el Congreso no se cayera como se cayó YouTube.