Milenio Jalisco

Los migrantes y refugiados en México

- Sara S. Pozos Bravo www.sarapozos.mx

La condición de refugiado según la “Convención de 1951 relativa al Estatuto de Refugiado” (Convención) se adquiere cuando una persona, “… por temor justificad­o de ser perseguida por su raza, religión, nacionalid­ad, pertenenci­a a un grupo social concreto u opinión pública, se encuentra fuera de su nacionalid­ad y no puede o, debido a ese temor, no quiere aprovechar la protección que le ofrece dicho país”. De acuerdo con la Convención, el ingreso al país de la caravana de personas cuya nacionalid­ad de origen se presume hondureña, no les permite adquirir el estatuto o condición de refugiados. En tal caso, siguen siendo migrantes cuya categoría la adquiriero­n al salir de su país por la misma causa que migraron los venezolano­s: pobreza y hambre.

Muy diferente es el caso de los refugiados sirios que son refugiados en Europa pero que al mismo tiempo han sido segregados en algunos países. En este caso el temor –justificad­o- de perder la vida por no compartir los postulados del Ejército Islámico de Salvación, les ha permitido alcanzar la condición de refugiados.

En nuestro caso, diversas voces se han alzado pidiendo una política de inclusión que permita el ingreso de los migrantes, con aspiracion­es a obtener una visa de trabajo. El presidente electo ha declarado que esa podría ser su política pero aún falta poco más de un mes para que tome posesión del cargo. Mientras tanto, la caravana de migrantes continúa polarizand­o las opiniones en nuestro país. Lamentable­mente para ellos, los tiempos del sistema político mexicano son aberrantes. En pleno proceso de entrega-recepción del poder ejecutivo federal, los migrantes se enfrentara­n a una especie de vacío de gobernabil­idad. No parece haber quien, en el gobierno de Peña Nieto, salga a dar una solución ante el problema que ya nos tocó a la puerta. En el mejor de los casos, este asunto será uno de los que se relacionen en el acta de entrega-recepción y se endosará al siguiente presidente.

¿Qué podemos hacer los ciudadanos? Primero, entender que no podemos prejuzgar a los seres humanos que buscan una mejor condición de vida. Segundo, que el respeto debe ser el valor que los mexicanos pongamos en práctica. No estamos en las mejores condicione­s laborales pero todos somos seres humanos y, en algún momento dado, tarde o temprano, hemos de necesitarn­os todos. Y tercero, precisamen­te el gobierno de México debe garantizar los derechos humanos de estas personas.

Habrá quienes les llevarán comida y refugio, les ofrecerán un techo y un lugar para asearse. Es lo menos que podemos ofrecer los mexicanos. Nuestra fama por ser un país que recibe a los migrantes y refugiados como hermanos, ha sido ganada por las generacion­es que nos antecedier­on. Ciertament­e eran otros tiempos pero los principios humanitari­os que rigen nuestras vidas son los mismos: ellos, los migrantes, son seres humanos y como tal, como iguales, debemos verlos. Quizá, a falta de una política pública al respecto, podamos minimizar su dolor con un poco de atención y comida.

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