¿Qué mueve a un asesino a comerse a su víctima?
El caso de Juan Carlos N ha tenido un fuerte impacto en la opinión pública. El acusado admitió haber matado a veinte mujeres. Con el señalamiento de feminicidio no se abarcan las dimensiones que tiene este delito, pues el acusado reconoció que descuartizó y llegó a comerse algunas partes del cuerpo de sus víctimas.
Su caso no encaja en el patrón de crímenes domésticos o en el que es propio de la delincuencia organizada. Lo que lo hace diferente es que la mente del criminal se mueve en las profundas y oscuras aguas de lo que podemos llamar enfermedad mental.
La pregunta que surge aquí es, qué ocurre en la mente de una persona que lo conduce a cometer este comportamiento tan desviado.
La verdad es que no se sabe a ciencia cierta cuáles son sus causas. Pero los expertos piensan que esta forma de comportamiento está vinculado a la personalidad psicópata. Esta personalidad se caracteriza porque el sujeto puede causar males terribles a los demás, sin que experimente culpa. El sufrimiento ajeno que origina no le ocasiona ningún remordimiento. Puede relatar torturas y asesinatos como si describiera cualquier otra experiencia. Generalmente esta situación ya se presenta en la infancia, cuando los niños muestran una crueldad inusual hacia los animales.
Durante su testimonio, Juan Carlos N siempre se mostró tranquilo y no se cansó de afirmar que no estaba arrepentido y que si no hubiera sido descubierto y detenido seguiría asesinando mujeres. En algunos casos, el canibalismo está unido a la esquizofrenia paranoide, pero la mayoría de los caníbales no son psicóticos, saben muy bien lo que están haciendo.
La mayoría de los psicólogos piensa que el canibalismo está unido a ciertas fantasías. El asesino generalmente invita a la víctima a su domicilio y luego la somete. En el caso que nos ocupa, Juan Carlos N actuaba en complicidad con su concubina Patricia N. Así ocurrió con su última víctima, Nancy. Patricia la invitó a su casa para venderle unos pantalones de mezclilla. Cuando la víctima se encontró en la habitación, Patricia cerró la puerta con llave, mientras Juan Carlos N se le acercó de manera violenta para acabar con su vida.
Los actos de desmembrar a la víctima o de extraer sus órganos pueden proporcionarle al asesino una especie de excitación vinculada a la sexualidad. Pero, no todos los asesinos se comen a sus víctimas, el caníbal tiene un rasgo adicional que lo convierte en una clase especial. El matar y comerse a la víctima le produce la sensación placentera de que ejerce un dominio absoluto, lo hace sentir poderoso y capaz de hacer algo que muy pocas personas han hecho. Esto es precisamente lo que lo conduce a repetir su acto.
Como en el caso, que nos ocupa, los caníbales frecuentemente están orgullosos de sus actos y consideran las partes del cuerpo de sus víctimas como un trofeo.
En general, el asesino caníbal no elige a sus víctimas. Como Juan Carlos N confesó, ellas llegaron por coincidencia y “agarraba parejo”. No se puede decir que la víctima hace o dice algo incorrecto. Simplemente está en el momento equivocado en el lugar equivocado. Es muy probable que tales comporta- mientos tengan orígenes en experiencias traumáticas ocurridas en la infancia, los psicoanalistas han sugerido que tales conductas pueden estar relacionadas con fantasías posteriores al destete, en que los niños alivian la separación con la idea de que se comen a su madre. Pero, no hay pruebas de ello.
La mayoría de los caníbales son personas extremadamente solitarias, no tienen amigos y esto los hace sentir cierta amargura. De modo que su acto viene a llenar una especie de vacío.
Comerse a la víctima le produce la sensación placentera de que ejerce un dominio absoluto.
Existe también evidencia de que en los caníbales modernos sobrevive la causa del canibalismo ritual que practicaron en el pasado culturas en todos los puntos del planeta. A este fenómeno los antropólogos lo llaman antropofagia ritual. En las culturas tempranas en un acto solemne se sacrificaba a un ser humano, el cual posteriormente era descuartizado y algunas de sus partes ingeridas.
Los códices prehispánicos y los escritos de Bernardino de Sahagún refieren que los antiguos mexicanos en la fiesta llamada Tlacaxipehualiztli sacrificaban a un prisionero de guerra, cuyo cuerpo luego era cocido con granos de maíz e ingerido con sentimientos de respeto.
En este contexto, la antropofagia era practicada por una concepción del mundo que hacía pensar que la ingestión del sacrificado podría hacer que una persona se revitalizara, se llenara de vida y energía, o que prolongara su existencia. “La vida origina vida” era la fórmula en que descansaba el ritual.
En el caso de Juan Carlos N parece que también estaban en juego estos elementos rituales, pues ofrecía el corazón de sus víctimas a la Santa Muerte, en un altar que tenía instalado para ello.