Charla con un león
Ahora que el calentamiento global se intensifica, medité respecto a la postura que tienen acerca de esta dramática situación otros animales de la creación. Opté por concertar una charla imaginaria con un león, “señor” de todos mis respetos.
Supuse que si escuchaba su sentir, tendría información de primera mano. Fue así que sostuve una charla con el rey de la selva: -- De acuerdo a los pronósticos de los expertos, le dije, se vislumbra un negro futuro para nuestro mundo, debido a la irresponsabilidad de nosotros “los humanos”, para respetar la naturaleza. El león me contestó que hasta la selva había llegado la preocupante noticia de que para el año 2030, los pronósticos de supervivencia en la tierra son catastróficos.
Sostuvo que los humanos somos irresponsables. Que hemos devastado la tierra inmisericordemente. Qué no se explicaba por qué nos autonombramos “racionales”, si somos todo lo contrario.
Un asunto que a muchas especies animales les repugna, agregó, es que les llamemos salvajes, cuando los salvajes somos los humanos. Los leones no somos depredadores, somos cazadores; aclaró. Cazamos para sobrevivir, no para lucir en los muros de nuestras casas las cabezas de nuestras presas. Los “animales” somos un equilibrio en la naturaleza. Unas especies se nutren de otras para mantener la estabilidad y la armonía en la tierra. En cambio ustedes, “los racionales”, se matan entre sí y matan por matar, además generan basura y polución en todos los rincones del planeta. Por eso estamos como estamos, recalcó.
El asunto es muy serio. Lo malo es que los humanos no tienen capacidad para comprenderlo. La verdad, la verdad, ¿qué clase de bichos son ustedes? Inquirió el león.
Después de esa charla, concluí, avergonzado, que en nuestro afán irresponsable por destruir la naturaleza, no hemos reflexionado que otras especies animales y vegetales, sin deberla, padecen las consecuencias del deterioro que causamos: guerras, devastación, incendios, hambruna…
Colofón
Desde que el “homo sapiens” pisó está tierra, empezó a depredarla. Estamos a tiempo de remediar el daño si actuamos conscientemente en beneficio propio, de futuras generaciones y de todas las especies animales; sin olvidar los ríos, mares, lagos y, desde luego; los bosques que nos proporcionan, sin costo alguno, el oxígeno que respiramos.