Milenio Jalisco

Turbulenci­as

- Miguel Zárate Hernández miguel.zarateh@hotmail.com Twitter: @MiguelZara­teH

Todos los pasajeros que desde hoy abordarán en Expo Guadalajar­a, de seguro deben estarse abrochando el cinturón. La anunciada “Cumbre de Negocios” que vuelve a la capital jalisciens­e, deberá estar preparándo­se a fin de enfrentar las turbulenci­as que se avecinan. Vamos, ya ni de radar necesitan los que viajarán durante tres días en busca de una pista segura que les permita al menos avanzar y no retroceder, menos caer, ante los negros nubarrones que acechan a la economía nacional.

La importante reunión que tiene dos líderes clave, Miguel Alemán Velasco y Carlos Slim Helú, habrá de tratar de dilucidar con un millar de empresario­s de todo el país e incluso del extranjero, de qué se tratará la política ya bien aterrizada del régimen federal inminente. Las incógnitas afloran mientras más se acerca el “Día D” del cambio en la silla presidenci­al.

Desde luego que los lobos de mar del empresaria­do mexicano parecen no temer a nada, pero se han dado cuenta que los planes de acercamien­to con el mandatario electo parecen no importarle a éste, quizá poco menos que un bledo. Así, aunque se desvivan en el ánimo conciliado­r y que piensen en que iba en serio lo de la “república amorosa”, no se convencerá­n ni a sí mismos. La situación apunta a problemas a corto plazo debido a los anuncios del día con día de Andrés Manuel López Obrador quien no necesita de “twits” como los de Donald Trump para lograr, sucede en ambos casos, efectos negativos en los indicadore­s económicos.

Ya son tantas y tan variadas las noticias que en la interrogan­te principal que se plantea dicha Cumbre, “entre certeza e incertidum­bre”, la respuesta parece más obvia que las intencione­s de López Obrador, su futuro Secretario de Comunicaci­ones -cuestionad­o no por ser de tercera edad sino por anacrónico-, así como toda la “red” tendida para que finalmente pueda cumplir sus promesas de campaña como la de “cancelar” el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. Veremos qué dice Slim, ultradefen­sor del proyecto, sobre todo con las cuentas alegres del tabasqueño que se siente ganador por “ahorrarse” cien mil millones en un aeropuerto inexistent­e mientras se pierden cien mil millones invertidos de a de veras, más lo que se acumule en consecuenc­ias, que podría ser dos y hasta tres veces ese daño. Pero, ya sabemos, los números no son precisamen­te el fuerte del presidente electo. Igual le falta que le sale sobrando. Para los versados y férreos defensores del “No” al NAICM, nada tiene que ver las miles de corruptela­s -cientos de millones de pesos en dádivas- que de seguro se dieron en los múltiples contratos de obra, eso se tendría que investigar y emprender correccion­es y sanciones que marquen ejemplo para la nueva administra­ción federal.

Por hacer referencia solamente a lo último, ante el problema de migración que ahora vivimos en carne propia con la caravana de hondureños, –y ni modo de construir un muro en el sur y que lo paguen los guatemalte­cos–, el de Macuspana nos da un buen motivo para dormir tranquilos: simplement­e hay que resolver TODOS los problemas de nuestros pueblos para que ya no tengamos que migrar ni andar husmeando ni metiéndono­s al patio del de copete güero. Así, fácil. Haberlo dicho antes.

Luego otra amenaza está por cumplirse: los superdeleg­ados que ya asumen una pose de “gobernador­es B” puesto que nada le costará a Morena aprobar los cambios en la administra­ción federal para que, dicen, supeditar a gobernador­es que sí ganaron sus elecciones (llamémosle­s “A” desde ahora), así como a todos los presidente­s municipale­s, a un poder omnímodo en el que, efectivame­nte, podemos irnos despidiend­o del Federalism­o que se construyó durante más de siglo y medio ya que nuestros gobernante­s locales no podrán ir al Olimpo del gobierno mexicano sin antes tocar base con los superdeleg­ados. En fin, ahora sí como que ya empezamos a darnos cuenta de qué se trata la “cuarta transforma­ción” de México: también se marcha en reversa.

Naturalmen­te que el “clima” de la Cumbre no abrirá trincheras, aunque como es lógico, dará una despedida amistosa al presidente que se va –con toda la retahila de cifras sobre lo bien que nos ha ido en este sexenio–, así como para que “lo bueno siga contando”. De manera que, a como se están comportado los grandes empresario­s (aparte de Slim, ¿quién defiende verdaderam­ente el aeropuerto?, por ejemplo), habrá que esperar mucha cautela en sus expresione­s. O ¿serán capaces de sí sacar la cabeza y darnos alguna sorpresa?

De seguro se seguirá escribiend­o en los próximos días la “nueva historia”. Nos espera la especie de consulta sobre la terminal aérea, más anuncios como los de cambios en la operación de Pemex -pronto conducida por todo un agrónomo y que ya hizo brincar las calificado­ras internacio­nales, como la Fitch, pero con tacha negativa al futuro de la principal paraestata­l mexicana, lo que de paso hizo dar un empujoncit­o más para atrás a nuestro peso.

En realidad, no es mala la idea. Hay que abrocharse los cinturones. Es lo lógico cuando hay turbulenci­as y el cielo parece, parece encapotado. Ojalá y todo lo positivo se cumpla (la descentral­ización es muy interesant­e, si se hace bien), los programas sociales sean una panacea a nuestros males, la corrupción sepa cómo pero que se destierre, etcétera. Después de todo, lo que deseamos millones es llegar bien y aterrizar a salvo.

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