Centroamérica y el aeropuerto
Hay 65 millones de seres humanos desplazados, buscando casa, trabajo y seguridad. Huyen del hambre, las guerras o la violencia en sus países de origen. Ojo: son más millones que en la Segunda Guerra Mundial (datos de la ONU). Migrantes que padecen incomprensión de gobiernos, esos que se llaman civilizados y más avanzados en sus democracias occidentales y que niegan refugio. Lo vimos en la Comunidad Europea con los sirios. Hoy lo observamos en México con los centroamericanos, principalmente hondureños. Son cualquier cosa, menos delincuentes.
En el mundo, esos desplazados huyen de sus países no porque quieran sino para encontrar un destino mejor. Si alguien duda puede ver el documental del artista contemporáneo chino Ai Weiwei La marea humana, de apenas 2017: migrantes en 23 países donde solicitan refugio. El asunto mexicano es más delicado porque la frontera norte de nuestro país, Estados Unidos, enfrenta la intolerancia de disciplina hitleriana de Donald Trump. Es un asunto que el gobierno de México debe actuar con cautela y diplomacia. Diariamente entran a México 300 centroamericanos rumbo a EU.
Se va Enrique Peña Nieto y llega Andrés Manuel López Obrador, el 1 de diciembre. Lo que pase estos días requiere cálculo político, tanto del que se va como del que viene. Centroamérica es fundamental para México en su historia común. Lengua y costumbres de la mano. Los mayas también son parte de esa región. Y lo que le pase a esa zona influye en México en varios sentidos.
Si las redes sociales han sido mal ejemplo de xenofobia e incomprensión sobre la situación de esos migrantes —entre otras cosas por ignorancia y conocimiento histórico—, de ninguna manera el gobierno de Peña Nieto y AMLO pueden flaquear ante las exigencias antiéticas de Donald Trump. En México hay menonitas que ya son mexicanos por generaciones, que hablan un dialecto germano. En Tijuana hay desde hace dos años migrantes haitianos que empiezan a hablar castellano. No se diga de polacos, judíos, españoles, húngaros, checos que llegaron a lo largo de toda nuestra historia. Aceptar a los centroamericanos es deuda histórica con esos pueblos.
TRASPIÉ: El embrollo ideológico por el nuevo aeropuerto de Ciudad de México es nada frente al conflicto de los migrantes. Ojalá la encuesta no nos haga un pueblo más pobre de lo que somos. No es Texcoco, Toluca o Santa Lucía: es apostar por lo mejor para México. El actual es una lata postergada por años. Parchar es perder. El turismo y los negocios no hacen política, buscan esparcimiento y economía: un aeropuerto es la puerta de entrada.
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