50,000 soldados
Entre las múltiples retracciones, contradicciones y negaciones que la incipiente Presidencia nos ha dado, sobresale el anuncio que López Obrador hizo hace unas semanas, cuando dijo que buscará incorporar a 50 mil nuevos elementos al Ejército y a la policía para “serenar al país”.
Si algo sabemos es que a punta de balazos y de toletes llega todo menos la paz. El crimen organizado, y particularmente los cárteles, no se amilana ante el embate de la fuerza pública, sobre la cual tiene ventaja al no estar circunscritos a las estrecheces de la ley. Lean si no estas sabias palabras: “Desde que Calderón le pegó un garrotazo a lo tonto al avispero, desde que declaró la guerra contra el narcotráfico, desde hace 10 años ha habido 210 mil asesinatos, más de un millón de víctimas de la violencia. Eso es más que suficiente para demostrar que esa estrategia no sirve, es fallida”.
Totalmente de acuerdo. ¿Quién fue el prócer que lanzó tal verdad de a kilo? El mismo López Obrador, cuando aún estaba en campaña. Otra de sus ofertas fue que, en vez de utilizar soldados para acotar al narco, mejor pusiéramos a trabajar a los jóvenes que, como ven cerradas las puertas de la oportunidad, se suman al crimen organizado: “Becarios sí, sicarios no”, dijo entonces, cuando prometió regresar al Ejército a los cuarteles. Si bien los estudios serios no encuentran una correlación clara entre pobreza y delincuencia, la idea de ayudar a cerca de 2.3 millones de muchachos a despuntar profesionalmente es no es mala, aunque el mismo AMLO estime que para ello se necesitan cerca de 100 mil millones de pesos.
Reclutar nuevos elementos policiales tampoco va a salir barato, sobre todo si, como promete, se les dará buen salario y seguro social, lo cual es estupendo y absolutamente necesario si queremos fuerzas del orden profesionales y efectivas. El problema es que, como pasa con el resto de sus promesas, sepa dios de dónde va a sacar esos recursos, porque con el equipo que arrastra es de risa loca pensar que van a salir del ahorro al “no permitir la corrupción y del plan de austeridad republicana”.
Abrochémonos los cinturones, que el que viene no pinta para gobierno tipo Montessori sino Cantinflas. Y sospecho que no va a darnos risa.
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