Milenio Jalisco

La caravana, la política

- FERNANDO ESCALANTE GONZALBO

La caravana migrante ha tenido éxito, ha conse- guido poner el tema en los titulares de la prensa de todo el mundo. No es fácil saber qué sigue. Ha habido crisis parecidas en los últimos años: la de los campamento­s en el Paso de Calais, la de los refugiados sirios en la frontera de Turquía, en la de Croacia, la del barco Aquarius. Y nos hemos olvidado de todas ellas en cuanto dejaron de ofrecer fotos suficiente­mente dramáticas. No sabemos cuál haya sido el resultado final, aunque hay para imaginarse que habrá habido algún arreglo administra­tivo razonable (los burócratas arreglan las cosas cuando no hay reflectore­s).

Va a seguir habiendo episodios similares en los próximos años, en las próximas décadas. El problema puede plantearse de manera más o menos nítida, es decir, más o menos demagógica, en los países que hoy sólo reciben o que hoy sólo expulsan población. En México estamos en una posición mucho más incómoda, sólo parecida a la de Turquía, porque nos toca ver las dos caras del problema. Tal vez por eso tenemos una responsabi­lidad mayor.

Naturalmen­te, la caravana se ha discutido hasta ahora como un problema migratorio, y la alternativ­a es bastante simple. La mano dura, hasta ahora la de la Policía Federal, la de Marcelo Ebrard: hay leyes, hay un procedimie­nto, tienen que pedir asilo. La mano tendida, la de buena parte de la prensa, la del señor presidente (electo): aquí habrá trabajo para todos (íbamos a plantar un millón de árboles, plantamos cuatro millones, y ya está). Lo interesant­e es que ni una cosa ni otra se habrían planteado si los migrantes hubiesen entrado de uno en uno, como sucede desde hace años.

En realidad, hablar sobre los derechos de los migrantes es un modo de evadir el tema de fondo. El de la caravana no es un problema migratorio, sino político. Varios miles de personas se han organizado para protestar contra la legislació­n mexicana mediante un acto de desobedien­cia masivo, abierto, público, que busca el apoyo de la opinión internacio­nal, y de una parte de la opinión mexicana. Son las formas de la política en el nuevo siglo, piden un poco más de imaginació­n. No sirve de nada fingir que el problema no existe, que es puramente humanitari­o o puramente policiaco. O exclusivam­ente mexicano.

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