La caravana, la política
La caravana migrante ha tenido éxito, ha conse- guido poner el tema en los titulares de la prensa de todo el mundo. No es fácil saber qué sigue. Ha habido crisis parecidas en los últimos años: la de los campamentos en el Paso de Calais, la de los refugiados sirios en la frontera de Turquía, en la de Croacia, la del barco Aquarius. Y nos hemos olvidado de todas ellas en cuanto dejaron de ofrecer fotos suficientemente dramáticas. No sabemos cuál haya sido el resultado final, aunque hay para imaginarse que habrá habido algún arreglo administrativo razonable (los burócratas arreglan las cosas cuando no hay reflectores).
Va a seguir habiendo episodios similares en los próximos años, en las próximas décadas. El problema puede plantearse de manera más o menos nítida, es decir, más o menos demagógica, en los países que hoy sólo reciben o que hoy sólo expulsan población. En México estamos en una posición mucho más incómoda, sólo parecida a la de Turquía, porque nos toca ver las dos caras del problema. Tal vez por eso tenemos una responsabilidad mayor.
Naturalmente, la caravana se ha discutido hasta ahora como un problema migratorio, y la alternativa es bastante simple. La mano dura, hasta ahora la de la Policía Federal, la de Marcelo Ebrard: hay leyes, hay un procedimiento, tienen que pedir asilo. La mano tendida, la de buena parte de la prensa, la del señor presidente (electo): aquí habrá trabajo para todos (íbamos a plantar un millón de árboles, plantamos cuatro millones, y ya está). Lo interesante es que ni una cosa ni otra se habrían planteado si los migrantes hubiesen entrado de uno en uno, como sucede desde hace años.
En realidad, hablar sobre los derechos de los migrantes es un modo de evadir el tema de fondo. El de la caravana no es un problema migratorio, sino político. Varios miles de personas se han organizado para protestar contra la legislación mexicana mediante un acto de desobediencia masivo, abierto, público, que busca el apoyo de la opinión internacional, y de una parte de la opinión mexicana. Son las formas de la política en el nuevo siglo, piden un poco más de imaginación. No sirve de nada fingir que el problema no existe, que es puramente humanitario o puramente policiaco. O exclusivamente mexicano.
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