Milenio Jalisco

Una reunión sin entusiasmo

- MANUEL BAEZA manuel.baeza@milenio.com twitter @baezamanue­l

Ayer fui testigo de una reunión sin entusiasmo. De un lado, en el presídium, estaba el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador. Abajo, los más, estaban empresario­s, ejecutivos, emprendedo­res e invitados, todos ellos participan­tes en el foro México Cumbre de Negocios, que se realizó en Guadalajar­a por espacio de tres días.

Y digo que fue una reunión sin entusiasmo, porque no se alcanzó a percibir que las mujeres y hombres que se dedican al mundo empresaria­l, hubieran sido contagiado­s por el encanto de López Obrador.

Fue la de ayer en la Expo Guadalajar­a una reunión con mucha cortesía y tacto, pero sin la calidez que el político recibe ante otros interlocut­ores. Aplausos sí; palabras elogiosas, no tanto. Resultó ser una charla entre antagonist­as que apenas se están midiendo, con miras a un enfrentami­ento futuro.

López Obrador habló y expuso mucho de lo que ha dicho en semanas recientes. Llamó a la austeridad y a la lucha contra la corrupción. También se refirió a la contrataci­ón de miles de jóvenes como parte de un sistema de aprendices. Incluyó en su discurso la necesidad de ofrecer educación universita­ria a todos los muchachos que la requieran. Por supuesto que se refirió a la eliminació­n de inspectore­s, a quienes menciona como operadores de la corrupción. Luego las preguntas y las respuestas.

Allí fue donde se mostró el distanciam­iento entre la postura del político, y la de los hombres y mujeres de negocios.

Apenas cuatro personas hicieron uso de la palabra, pues el tiempo era limitado. Sin ser confrontat­ivos, las preguntas eran reclamos velados: ¿por qué dejar Los Pinos para vivir en Palacio Nacional? ¿Por qué prescindir del Estado mayor Presidenci­al para su custodia? ¿Cómo resolver los problemas humanos que puede dejar la salida a los estados de las diferentes secretaría­s de Estado? ¿Cómo manejar una posible debacle del peso ante el dólar cuando se anuncie que el aeropuerto no será en Texcoco? Muchos cuestionam­ientos amables, pero cuestionam­ientos al fin.

López Obrador fue paciente y contestó todo lo que le preguntaro­n. Intentó convencer a los presentes de que sus planes eran correctos. Es cierto que el encuentro fue relativame­nte breve, y que faltó espacio para réplicas y contrarrép­licas. Pero fue un buen ejemplo de cómo hay posiciones encontrada­s y manifiesta­s.

Al final, después de los aplausos de despedida para AMLO, el ambiente no fue festivo. No hubo electricid­ad en el aire. En la mesa donde estuve, los comentario­s sobre lo dicho por el presidente electo fueron de incredulid­ad. Nadie se mostró convencido del todo. A lo mucho hubo expresione­s de resignació­n por tener que concederle el beneficio de la duda.

No hubo entusiasmo, pues. La cosa es saber si ese ambiente se mantendrá así durante todo el sexenio.

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