Porra en el desierto
”No ha habido mejor tiempo para ser investigador (...), tenemos más herramientas que nunca para hacer nuestro trabajo”.
Alejandra Xanic Von Bertrab, Premio Pulitzer 2013
Si usted está leyendo este texto seguramente es porque le interesa leer un periódico, un sitio de noticias o porque algún mal amigo suyo lo compartió para torturarlo a usted y a sus demás seguidores y amistades virtuales.
Le podría decir que usted es una persona culta, preocupada por su entorno social, con conciencia de comunidad y bla, bla, bla... todo para endulzarle el oído y hacerlo sentir bien y que nos siga leyendo, pero independientemente de que esto pueda prestarse a chacoteo, es muy importante lo que usted hace: con su lectura da vida y sustento a un grupo -cada vez más mermado- de comunicadores, reporteros y trabajadores de la comunicación-, pero significativo de periodistas en los que usted o confía u odia, no hay más.
Yo no estoy para contarlo ni usted para saberlo -bueno, sí, y aquí le voy- pero para que usted tenga en sus manos este medio impreso, lo consulte en línea o le llegue por redes, hay un grupo de profesionales que buscan brindarle un servicio y serle útil, y que pasan por una gran cantidad de vicisitudes para lograrlo todos los días, cada minuto porque es a contrarreloj.
Y para nadie es desconocido que el sector atraviesa por grandes desafíos -por decirlo elegantemente-, que hacen más meritorio el salir cada día con una propuesta, con una apuesta editorial que busca llamar su atención y casi obligarlo a sacar unas monedas o que le dé click para seguir viendo contenidos con poco, mediano o mucho valor periodístico.
Si bien hay profesionales detrás de casi todo este proceso, el mismo entorno ha vuelto casi prohibitivo el aspirar a financiarse -por sí mismos- su actualización y capacitación de calidad a los mismos periodistas, por ello creo que es muy valiosa la aportación que hace en estos tiempos el Centro de Formación de Periodismo Digital de la UdeG, que este fin de semana festejó su décimo aniversario no con una fiesta, sino con talleres, páneles y conferencias con expertos y dirigidos a aportar al desarrollo de los comunicadores que usted lee, escucha o ve todos los días.
No necesitan sus directivas -son mujeres, por fortuna- de cebollazos como podría parecer éste, que se les reconozca lo que están obligadas a hacer en sus cargos, pero es gratificante saber que hay quienes comparten el optimismo de que se puede brindar un mejor servicio social a la comunidad desde las redacciones, las tablets y los smartphones de los periodistas profesionales.