Consultar ¿buena costumbre?
Acostúmbrense, dijo el presidente electo, en referencia a las críticas a la consulta sobre el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, pues su ánimo es consultar a cada rato. Bueno, si se trata de consultas tipo la actual, no será difícil acostumbrarse. Hay peores costumbres en la clase política mexicana. Por ejemplo, la costumbre del Poder Legislativo para hacer foros a la menor provocación acerca de cualquier tema del que alguna de tantas oscuras comisiones legislativas decide hacer una ley, para la cual el foro le dará iluminación de la voz popular, y elaborar mejor la ley de ese cualquier tema. Si vemos lo gastado en esos foros, desde luego que las consultas tipo amlo son baratísimas. No obligan a nadie a expresar su punto de vista, no cubren el territorio nacional, no importa si alguien va tres veces a votar en tres mesas diversas, y tampoco el día es fijo, pues se mantienen tres días, los cuales dan para bien ocupar a los voluntarios cuidadores. Y lo mejor de todo: la pagan los legisladores de Morena con parte de su dieta. Nunca mejor aprovechado el presupuesto público.
Otra ventaja de la nueva y buena costumbre a la que nos invita - ¿manda? – su excelencia presidencial, es evitar las decisiones por vía de la disciplina partidaria. El pueblo buen conocedor, sabe mejor lo que conviene a la patria. Eso de reunir a los partidarios, explicarles las bondades de alguna, cualquier decisión, darles tiempo para debatir, recibir sus observaciones, procesarlas, incluirlas en el proyecto de iniciativa, hacer llegar la iniciativa, recibirla en alguna Cámara, llevarla a las comisiones, resistir los argumentos en contra de todas las oposiciones y “mayoritearlas” en las votaciones de las comisiones, pasarla al pleno, discutirla en lo general, en lo particular y al fin aprobarla con algún cambio cosmético, y mandarla al presidente para su publicación. Y luego aplicarla contra las voces críticas de la sociedad que empezarán a hacer lo necesario para cambiarla o derogarla. ¡Vaya! Qué cansado.
Amlo tiene razón. Mejor el pueblo en directo diga qué prefiere y listo. El presidente se hace cargo. En una de esas decidimos en alguna consulta popular acostumbrada que el Poder Legislativo es inútil y conviene su desaparición “forzada” por la sabiduría popular. Vaya, hasta podríamos en una consulta decidir el fin de la costumbre. ¿O no?