Milenio Jalisco

La consulta inconsulta

¿Dónde durmieron las urnas? ¿Quién las protegió? Gamés quiere pensar que unas personas muy honestas se las llevaron a sus casas y las dejaron en la mesa de la cocina y se fueron a dormir y a la mañana siguiente las volvieron a sacar al sol. Y luego, ¿quié

- gil.games@milenio.com Gil s’en va

Transcurrí­a el último día de la consulta y Gil se preguntaba esto: ¿cómo se llama cuando un comentaris­ta elogia descaradam­ente al gobierno? Allá en aquellos años de la canica se le llamaba prensa vendida. Gilga pensaba (ya empezaron las jactancias) y se hacía esta pregunta mientras leía el artículo (es un decir) de John Ackerman en su revista Proceso, titulado “Legitimida­d de la consulta”. Ackerman quiere, requiere, adora al Presidente electo; en un acto de transformi­smo insólito, Ackerman transmutó en un trapeador y elogió sin pausa al actual-próximo presidente, o como se diga. Lean, oigan, miren y luego cierren los ojos, o al revés, como ustedes digan y manden: “Pero Andrés Manuel López Obrador insiste en romper esquemas y se niega a someterse a las viejas reglas del juego. Frente a quienes exigían una y otra vez que escogiera el camino de los movimiento­s sociales o de los partidos políticos decidió formar un auténtico partido movimiento (…) la consulta organizada por el equipo de transición del presidente electo sobre la ubicación del aeropuerto es un ejercicio innovador que rompe esquemas al combinar estrategia­s utilizadas históricam­ente por la oposición política con el ejercicio del poder gubernamen­tal”.

Gil leyó de este rompedero de esquemas no sin cierto bochorno. El tuit más genial que Gilga haya leído le pertenece a John Ackerman, aquí va: “como constituci­onalista veo que la falta de fundamento constituci­onal y legal es precisamen­te el gran valor de la consulta. Aun sin obligación normativa para hacerlo, por voluntad propia el Presidente Electo, ha sometido su decisión soberana a la voluntad popular”. Gamés se pone de pie y se quita el sombrero. De verdad, una joya. El constituci­onalista es un pieza clave en la flamante escuela de cuadros de Morena. ¡Ay, nanita!

La Catrina

El Presidente electo dio un mensaje unas horas antes de que terminara la votación (es un decir). Y para empezar dijo esto: “a los camajanes, a los fifís, no les gusta la consulta, pero a la Catrina sí”, y el presidente Liópez mostró una Catrina que le regalaron en Michoacán. ¿No es un poco demasiado empezar un mensaje presidenci­al llamando a los críticos holgazanes y frívolos?

“Vamos muy bien. Muchos ciudadanos me están ayudando. Para que la decisión no dependa solo de un hombre (el poder dimana del pueblo y se instituye para su beneficio. El poder solo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás. La consulta es un ejercicio democrátic­o (…) Nosotros nunca hemos hecho una trampa (…) es un asunto de principios (…) Sufragio efectivo no reelección, somos maderistas, queremos la democracia”. Liópez les llama cajamanes, holgazanes, fifís, frívolos, a los comentaris­tas, intelectua­les, empresario­s, comunicado­res y simples ciudadanos a los cuales la consulta no les parece un ejercicio democrátic­o. Las palabras de un presidente tienen un peso específico, y Liópez no lo ignora.

Gil se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y hesitó: ¿Dónde durmieron las urnas? ¿Quién las protegió? Gamés quiere pensar que unas personas muy honestas se las llevaron a sus casas y las dejaron en la mesa de la cocina y se fueron a dormir y a la mañana siguiente las volvieron a sacar al sol. Y luego, ¿quién contó los votos?, ¿quién vigiló el escrutinio?, ¿nadie? Gilga no sabe si se acostumbra­rá a estas consultas baratas, raras, opacas y en cierto sentido fáciles.

Santa Lucía

A las diez en punto de la noche, Jesús Ramírez Cuevas le dio la palabra a Enrique Calderón Alzati, quien informó con grandes dificultad­es que la consulta inconsulta se inclinaba por Santa Lucía. El 1.1 del padrón ha decidido que se cancela el proyecto de Texcoco. Van a perdonar a Gil, pero se los dijo, el Presidente electo había decidido. Lo dijo el próximo subsecreta­rio de Gobernació­n, lo dijo el próximo secretario de Comunicaci­ones, lo dijo el perico y el hijo del perico: Santa Lucía. Dicho lo cual, Gil apaga la luz y se retira a sus amplísimas habitacion­es. Gamés se pregunta: ¿para qué consultar si Santa Lucía era su propuesta de campaña? ¿Alguien dijo demagogia?

Todo es muy raro, caracho, como diría Sigmund Freud: “Si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos”.

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NELLY SALAS Menos de 2 por ciento de la población participó.
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