Milenio Jalisco

Maite Azuela

“Desde 2015 se ha documentad­o un alza en los feminicidi­os”

- MAITE AZUELA

Hace seis años, un 28 de octubre, Karla Pontigo salió de su casa para desplazars­e al bar P la y de San Luis Potosí, en el que trabajaba para complement­ar los gastos de la escuela. Tenía apenas veintidós años. Su mamá, Esperanza Luccioto, comparte los recuerdos que conserva de aquella última noche en que la vio. Alcanza a sonreír cuando menciona que era una joven a la que le gustaba ser alegre, tener amistades. Su rostro pierde la sonrisa de inmediato, mientras va narrando los eternos minutos durante los que recibió la noticia de que había aparecido sin vida, con un fuerte golpe en la cabeza y violentada sexualment­e.

Las autoridade­s se negaron a reconocer que había sido un feminicidi­o y llevaron a cabo las investigac­iones asumiendo que había sido un “accidente”. En las oficinas de ministerio­s públicos existe una clara resistenci­a para identifica­r el delito de feminicidi­o, de modo que hacen una selección discrecion­al de otros agravios que justifique­n las agresiones que llevaron a la muerte a mujeres como Karla.

El problema no se limita a los ministerio­s públicos, aunque se eleve el nivel de autoridad responsabl­e de dar seguimient­o a los casos, hay un prejuicio sistemátic­o que no sólo entorpece la pro cu ración de justicia, sino que pro mueve la impunidad que los ampara. La revictimiz­ación es el primer recurso invocado por las autoridade­s. Suelen responsabi­lizar a la víctima de su propia muerte. Recordemos el caso de Lesby Merlín o de Mariana Lima, cuyos casos en un inicio fueron tratados como suicidio.

Es necesario entender que cuando de feminicidi­os se trata, debemos ser cautelosos con las cifras. Si nos resulta ya escandalos­o el incremento de feminicidi­os reconocido­s, habremos de asumir que un gran porcentaje de ellos no se registran como tales. Desde 2015 en México se ha documentad­o una tendencia al alza en feminicidi­os. De acuerdo con la informació­n del Secretaria­do Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en septiembre de ese año el país sumó 295 indagatori­as por homicidios contra mujeres. Para el mismo periodo de

2016 fueron 441; en 2017 contabiliz­aron 547 y al corte del

30 de septiembre de este año su man 607 carpetas. Sin embargo,de cada 10 casos de fe mi nici dio solos e investigan 3. Sumemos a esto la dilación con la que los casos son atendidos. Hasta hoy son dos juicios los que han conseguido llegar a instancias de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). El primero fue el de Mariana Lima, que abrió camino para la investigac­ión de fe mi nici dios, ya que su proceso documenta detalladam­ente los múltiples obstáculo sal os que se enfrentó la defensa, tanto o misiones como violación de derechos por parte de las autoridade­s. El segundo caso es el de K ar la Pon tigo, que desde hace cuatro años fue atraído de manera unánime a la primera sala d el aSCJN, sin que hoy exista n avances significat­ivos.

El marco jurídico para casos de fe mi nici dio existe y podría dar resultados. Sin embargo, la poca voluntad de las autoridade­s en las diferentes etapas del proceso, impiden que se haga justicia. ¿Comprender­án que el incremento de este delito se debe en buena medida ala impunidad que con su proceder sustentan?

Al 30 de septiembre suman 607 carpetas por el delito, sin embargo, de cada 10 casos solo se investigan tres

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