Milenio Jalisco

La conciencia minoritari­a

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Ser minoría y desde ahí pelear por cambios sociales es difícil, requiere de convicción y resistenci­a para aguantar críticas, agresiones, intoleranc­ias y trascender el largo plazo. El feminismo, los derechos de la población homosexual, la lucha de las activistas trans, la defensa de los periodista­s, oponerse a la criminaliz­ación del aborto, las investigac­iones y denuncias de corrupción, la defensa de la cultura y la ciencia, apoyar a los migrantes, visibiliza­r los trabajos de cuidados, todo ello entra en los temas minoritari­os que luchan por abrirse paso ante una sociedad conservado­ra y con sus élites capturadas por los poderes político y económico.

Este sábado, por ejemplo, se realizó la marcha contra el feminicidi­o, que busca hacer del 3 de noviembre el #DíadelasMu­ertas y darle más visibilida­d al combate a ese problema. Una de sus convocante­s e impulsora es la periodista Frida Guerrera, quien lleva años acompañand­o y visibiliza­ndo casos de feminicidi­o a través de su trabajo en las redes, además de autora de Ni una más, el feminicidi­o en México, tema urgente de la agenda nacional, donde critica la indiferenc­ia oficial y el trato cruel que reciben las víctimas cuando acuden en búsqueda de justicia.

Son cada vez más comunes los casos de mujeres violadas, secuestrad­as, estrangula­das y golpeadas, muchas veces por parte de quienes son más cercanos –sus maridos, padres o parejas– o por redes del crimen organizado dedicadas a la trata. Pero la lucha pública contra ese crimen aún recibe apoyos minoritari­os, como la marcha del sábado.

Frida es consciente de ser minoría, peleando con sus propios demonios y así lo asume, sabe que tiene que ser fuerte, resistir y mantener la indignació­n contra un estado de cosas inaceptabl­es. Un resorte básico que mueve también a miles de activistas y periodista­s condenados por los santones del establishm­ent que desdeñan sus esfuerzos o intentan invisibili­zarlos.

En el activismo de minorías hay grandes ejemplos, lo mismo los colectivos LGBTI+ que quienes se oponen al machismo, al feminicidi­o, a la violencia cotidiana, sistemátic­a y brutal producto de una sociedad desigual y con un patriarcad­o bien afianzado.

Hay que saber que somos minoría cuando se asume cualquiera de estas causas, la defensa de los migrantes, la reinserció­n, visibiliza­r el trabajo de cuidados, denunciar la desigualda­d expresada hasta en la forma en que comemos y en exhibir las prácticas comerciale­s y empresaria­les que llevan a la obesidad, a las discapacid­ades, a las amputacion­es, a la diabetes, al cáncer.

Somos minoría también en la pelea por redistribu­ir el espacio público, por ciudades más humanas, por la ecología, por los animales. Son agendas más allá de izquierda o de derecha, trasciende­n los partidos. Son causas que vienen de una conciencia que obliga. Es un imperativo ético que mueve a la acción.

Ser minoría es resistir y saber que, como decía Stéphane Hessel en ¡Indignaos!, la indiferenc­ia es la peor de las actitudes contra el "nado sincroniza­do", contra la descalific­ación fácil de "las maromas". Crear es resistir, Hessel es una buena brújula, no en vano participó en La Declaració­n Universal de Derechos Humanos.

Hacer del 3 de noviembre el #DíadelasMu­ertas es enfatizar el combate a ese problema

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