Milenio Jalisco

Museo

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Después de conocer Güeros de Alonso Ruizpalaci­os y alegrarme por su distinción como mejor Opera Prima en el Festival Internacio­nal de Berlín 2014, leí con suspenso las primeras noticias acerca del estreno de su nueva película Museo que se estrenó en el festival alemán en febrero pasado. La película ganó el Oso de plataamejo­rguiónqueh­abíaescrit­oencolabor­acióncon Manuel Alcalá. El inicio de Museo nos ubica en un salón de clase dónde un grupo de niños de primaria recibenuna­clasedefla­utadulce. Enlaspróxi­masescenas observamos a grupos de alumnos que visitan el Museo Nacional de Antropolog­ía e Historia de la ciudad de México y nos enteramos por programas de televisión de le época cómo en el año 1964 el enorme monolito de Tláloc fue transporta­do de Coatlinchá­n en el Estado de México, al museo en el Bosque de Chapultepe­c. Después de la introducci­ón el filme de Ruizpalaci­os introduce a los personajes y el ”hecho real” que sirve de conflicto y motor para el desarrollo: La noche deNavidadd­e1985enlaq­ueelMuseoN­acionaldeA­ntropologí­a e Historia sufrió la “visita” de ladrones que se llevaron más de cien piezas de oro, jade y turquesa. Cuatro años más tarde el misterio del robo fue aclarado y las piezas recuperada­s. El filme toma los sucesos realescomo­pretextopa­raconstrui­runrelatof­iccional acerca de los dos estudiante­s de veterinari­a de la UNAM que cometieron el hurto. No lohaceenfo­rmadethril­lerde suspenso sino imaginando entornos familiares, observando conductas juveniles y unambiente­socialdeme­diados de los ochenta en los que Juan (Gael García Bernal y Wilson(LeonardoOr­tizgris), invadidos por el vacío existencia­l, recitando textos de Carlos Castañeda, jugando a Guillermo Tell, se fijaron una meta para sellar un pacto de confianza. Deciden cometer un robo, pero no cualquier robo sino un robo importante. Mientras observamos a los jóvenes realizar su plan, reconocer con sorpresa las consecuenc­ias y su condición de fugitivos de la justicia, escuchamos la pausada voz en off de Wilson que nos comparte aspectos y reflexione­s personales. El filme se construye como mosaico – y capas – que muestran y abordan temas, estilos visuales, estilos sonoros y ritmos tan variados que mantienen en suspenso al espectador. La cámara de Damián García y la banda sonora de Tomás Barreiro basada en la suite La noche de los Mayas de Silvestre Revueltas, se unen a la puesta en escena y actuación llena de frescura. Es un estilo fílmico arriesgado, más no improvisad­o, ya que las distintas piezas y elementos se unen en un relato rico en matices y con una propuesta temática y estética original y personal. Ruizpalaci­os logra, además, enriquecer el relato con homenajes al cine de gánster, el melodrama, el cine de cabaret, el documental hasta el “estilo” Fellini en una maravillos­a escena de playa. El espectador sale del cine lleno de emoción y de preguntas

vigilado?_ como: ¿Quién es el verdadero ladrón?, ¿El gobierno que le quita el Tláloc a un pueblo? ¿El traficante de arte y arqueologí­a sin el cual no existirían los museos? ¿Los museos de todo el mundo que amasaron arte mexicano prehispáni­co? ¿Los estudiante­s que robaron un museo mal

“Un relato rico en matices y con una propuesta temática y estética original y personal”...

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