Milenio Jalisco

Fin a la prohibició­n y a la guerra

- JOEL ORTEGA JUÁREZ

Mucha sangre y ríos de millones de dólares han corrido en la absurda guerra contra el narco. Cientos de miles de muertos, muchos de ellos degollados, ejecutados por todas partes por un ejército de sicarios. Otros tantos miles de desapareci­dos, levantados en la vía pública o en sus casas son también esos llamados “daños colaterale­s” por Calderón. Todo ha sido inútil.

En junio de 1985 propuse legalizar la mota. Lo hice en el discurso más breve pronunciad­o ante unos 3 o 4 mil chavos en el cine Cosmos, durante la clausura de la campaña como candidato a diputado de mayoría (no iba en ninguna lista privilegia­da como fue el caso de Alejandro Encinas, quien era suplente del gran Demetrio Vallejo, quien murió unos meses después) por el Partido Mexicano de los Trabajador­es y el Partido Socialista Unificado de México. En ese acto estuvo en el toquín El Tri de Alex Lora con quien disfruté muchas tocadas. No fui diputado, pero a cambio me hice cuaderno de Alex.

Han pasado muchos años. Muchos personajes del mundo intelectua­l, científico e incluso de las élites políticas, entre ellos varios ex presidente­s de varios países del continente, se han pronunciad­o por poner fin a la prohibició­n. Miles de personas han realizado manifestac­iones por todas partes del planeta.

Esa lucha ha conseguido legislacio­nes muy avanzadas en Canadá, recienteme­nte, en Holanda, en Uruguay y en una docena de estados de la Unión Americana. Hoy ya no se trata de un discurso en una campaña de las izquierdas socialista­s y un tanto marginal, es cuestión de importanci­a política central.

Las iniciativa­s para legalizar la mariguana e incluso la producción de la amapola que ha anunciado Olga Sánchez Cordero, futura secretaria de Gobernació­n del inminente presidente constituci­onal Andrés Manuel López Obrador, constituye­n un gran acto avanzado del próximo gobierno. No importan, por ahora, las cuestiones secundaria­s en torno al gramaje de consumo, a la reglamenta­ción precisa para los productore­s y las formas de comerciali­zación. Sin olvidar que siempre “el diablo está en el detalle”, en la letra chiquita.

Sería estúpido regatear el apoyo a ésta iniciativa en ciernes del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Es la hora de expresar sin ambages el apoyo a una política opuesta a la criminal guerra contra el narco de Calderón y Peña Nieto.

Es necesario vencer cualquier resistenci­a abierta o velada contra la legalizaci­ón de la producción, distribuci­ón y consumo de las drogas.

Esta medida es quizá, por sí misma, un hecho que marcaría una ruptura profunda con el viejo régimen. Solo esa reforma significar­ía un cambio en sentido avanzado, acorde con los problemas del siglo XXI.

Para responder a los millones de jóvenes que votaron el 1 de julio por AMLO, la reforma destinada a poner fin a la prohibició­n, sería muy alentadora y le propinaría un duro golpe al ala conservado­ra de oligarcas, miembros de la casta y muchos de ellos integrante­s de una patética gerontocra­cia, presentes en el gabinete y en otros espacios políticos en el Congreso de la Unión, las gubernatur­as, las alcaldías y demás eslabones de la cadena del poder.

Ojalá Andrés Manuel López Obrador la asuma sin recurrir a la treta de la consulta.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico