Cien años del MRG
El primer centenario de la apertura del que originalmente se llamó Museo de Bellas Artes, Etnología e Instrucción Artística de Jalisco, en 1923 simplemente Museo de Guadalajara y desde 1976 y hasta la fecha Museo Regional de Guadalajara (MRG), que se está cumpliendo este 10 de noviembre del 2018, nos obliga a una reflexión en torno al proceso que desde distintas trincheras hizo posible tres cosas. Primero, que en medio del caos de la barbarie de la guerra, un tapatío empeñoso, con sensibilidad artística y gusto por las antigüedades, Juan (Ixca) Farías y Álvarez del Castillo (1873-1948), testigo que fue de la toma de Guadalajara por parte de las tropas capitaneadas por Álvaro Obregón, el 8 de julio de 1914, y que usaron de cuartel los templos de la ciudad, el acervo artístico e histórico contenido en ellos no fuera destruido, sino requisado y puesto en un lugar seguro.
Segundo, que un edificio monumental y antiguo, construido entre 1748 y 1753 para servicio del Seminario Conciliar de Guadalajara y convertido en 1868 en Biblioteca Pública y en Liceo del Estado, se salvara de ser demolido, como hubiera pasado si cae en manos de quienes ya maquinaban tal cosa, para convertirse en albergue de colecciones que Ixca, apoyado por su coterráneo, el pintor Jorge Enciso, a la sazón Inspector General de monumentos artísticos, trasladara de la ciudad de México un centenar de pinturas de los mejores pinceles novohispanos de los siglos XVII y XVIII, para enriquecer el lote ya reunido en los términos antes dichos. Tercero, que al calor de estos sucesos y del beneplácito del Gobernador Militar de Jalisco, Manuel M. Diéguez, clerófobo radical en ese momento pero en sus mocedades él mismo estudiante egresado del Seminario Conciliar tapatío, aceptara la propuesta de Ixca para convertir el edificio en lo que ahora es: un libro abierto en tres grandes secciones: los cien años largos en los que se usó como plantel levítico, los casi cincuenta que sirvió como escuela laica de educación media y media superior y el siglo que está cumpliendo este día.
José Guadalupe Zuno, cuando su yerno Luis Echeverría Álvarez era Presidente de México, entregó el Museo y sus colecciones al Instituto Nacional de Antropología e Historia, que desde 1976 lo atiende, custodia y administra ya bajo su nombre actual. De entonces a la fecha muchos lances han sobrevenido pero uno, el más reciente, es el que debemos resaltar en esta efeméride: la necesidad imperiosa de volver a articular ese acervo con el pueblo, su destinatario por excelencia y con el contexto social que lo produjo: el de la capital de la Nueva Galicia en el siglo de las Luces.
Esa tarea está ahora en las manos no sólo de los responsables inmediatos del recinto, de su acervo y cuidado, la directiva y el personal, sino de todos lo que gradualmente y desde diversas trincheras se sientan defensores y custodios natos de un patrimonio identitario común.
La necesidad de volver a articular ese acervo con el pueblo y con el contexto que lo produjo