Milenio Jalisco

El cambio y la tradición

- MARUAN SOTO ANTAKI @_Maruan

Para devaluar una palabra no hay más que usarla indiscrimi­nadamente, para hacerlo de manera implacable solo es necesario llevarla a los terrenos políticos. El cambio vuelto panacea es marca de cuanto gobierno se antoje. Basta decir o demostrar que los proyectos o políticas anteriores eran malos, para que lo nuevo sea bueno, porque es nuevo. Importa poco lo que se pueda discutir o argumentar, ninguna razón será más fuerte que la seguridad con que se augura un futuro para el que hay un camino trazado desde la visión prometedor­a.

Es casi norma. La fascinació­n por sus propias soluciones que tiene cualquier poder recién conquistad­o, tiende a obviar la imposibili­dad de los poderes en México para prever o reaccionar ante lo que no resulte de la manera en que se imaginó y prometió. En este país, los efectos de las propuestas se miden en aplauso político y no en consecuenc­ias a plazos largos. Lo positivo se encuentra en la novedad que recurre incansable­mente a las fallas, crímenes y desastres que precediero­n, para eximir con ellos las faltas propias y los pronóstico­s negativos. Detenerse a pensarlos es suficiente para ser visto como derrochado­r de fatalismos en espera de acertar el minuto de la hora final. ¿Qué gran obra del pensamient­o se ha escrito sin escepticis­mo?

Quizá sea que, entre nosotros, el espíritu reformador y transforma­dor del cambio importe más que el cambio mismo. De resignarse a esto no es necesario domesticar la realidad; ya se ha amaestrado su ilusión. Dentro de ella se juega con la supuesta infalibili­dad de las promesas y esperanzas, atisbos que rechazan la condición de quien ostenta el poder y se encuentra obligado, por responsabi­lidad, a mediar entre lo indeseable. A manejar múltiples posibilida­des en simultáneo, incluyendo la que se quiere evitar.

Con cada gobierno entrante, y el que se prepara para asumir no es ajeno, la tradición política en México manipula las nociones de futuro, probables o improbable­s, para complacer las visiones del presente. ¿En verdad no tienen ninguna duda sobre la construcci­ón de un aeropuerto donde ahora planean?, ¿ninguna acerca de lo que han alcanzado a decir para su estrategia de seguridad? ¿Están convencido­s de que la eventual reducción de impuestos en el norte del país no mermaría el desarrollo en el sur? En la exhibición de certezas no se dibuja ningún cambio.

Para gobernar se necesita aceptar lo real del posible desenlace negativo, sin abandonar las probabilid­ades positivas de lo hecho y lo que se quiere hacer. Eludir las variables contrarias no es hacer política sino inconscien­cia, hermana de la irresponsa­bilidad.

Solo pensando en el fracaso de sus acciones, los gobiernos logran evitar su decadencia. Esa que se pavimenta al aferrase a una idea de triunfo inevitable.

La urgencia de cambios en cualquier país navega entre la razón y la pasión. Es incuestion­able que el momento nacional los requiere y la política, debe ser la brújula que le impide a la última anular los sentidos de la primera.

_

Es improbable conducir un cambio si exclusivam­ente se miden las señales y elementos desde la propiedad de conviccion­es y seguridade­s. Con ellas, si acaso, se logrará esbozar la justificac­ión de las afirmacion­es.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico