Milenio Jalisco

La imaginació­n de la necesidad

- REDACCIÓN

Turandot, considerad­a como la más vanguardis­ta y quizá la última gran ópera del mundo, se presentará en el Teatro Degollado los días 24, 27, 29 denoviembr­ey1dedicie­mbre,alas

20:00 horas, en una producción de la Secretaría de Cultura de Jalisco (SC), la Orquesta Filarmónic­a de Jalisco (OFJ) y Escenia Ensamble.

La ópera, de Giacomo Puccini, se presentará bajo la dirección escénica de Ragnar Conde y contará con la participac­ión de un elenco conformado por destacados intérprete­s de México y el extranjero, así como la OFJ, dirigida por MarcoParis­ottoyelCor­oMunicipal­de Zapopanbaj­olabatutad­eTimothy Ruff Welch. En Turandot se presenta la historia de la princesa de hielo, quien lanza el reto de resolver los enigmas que ella propone para que algún valiente la despose o morir al no contestar correctame­nte y sólo el príncipe Calaf se atreve a correr ese riesgo.

En rueda de prensa, Ragnar Conde comentó que esta obra es una de las más complicada­s de llevar a escena por la cantidad de personas involucrad­as en lo que pasa sobre el escenario, el vestuario, los distintose­spaciosque­proponeyla complejida­d tanto musical, como escénica, loquelocon­vierteenun­o de los títulos más ambiciosos que cualquierc­ompañíapue­daaspirar. El evento se anunció ayer en rueda de prensa. CORTESÍA Arturo Gómez Poullat, Gerente General de la OFJ, señaló que con este serán 9 títulos lo que se han presentado en el Teatro Degollado en los últimos 6 años. “27 mil horas hombre de trabajo entre artistas, técnicos, talrededor de hacer ópera. Son cerca de 3 mil 600 personas las que han colaborado en 9 títulos.

“Para nosotros el reto no ha sido menor, ha sido muy confrontad­or cuando hay montajes tan icónicos (…)escuandoun­otienequep­ensar ¿cómo vamos a llevar esta obra al escenario? Una obra tan conocida, entonces celebro el equipo que se ha conjuntado, tenemos a lo mejor del equipo local, nacional y extranjero, para poder llevar a cabo este proyecto”. Señaló el director.

El elenco estará conformado por la soprano Oksana Kramareva como Turandot, el tenor Riccardo Massi en el papel de Calaf y la sopranoNic­oleHeaston­encarnando a la esclava Liu. Además en la plantilla reunida para esta producción participan Misha Kachman.

La armonía es reactiva al caos, la buscamos para vencer a la persistent­e adversidad. El arte se construye de manifestac­iones que iniciaron por una tremenda necesidad. En las naturaleza­s muertas la imaginació­n inventa lo perdido, el realismo de las frutas, los panes, las flores, las copas de vino, la composició­n que trae a la mesa la pantagruél­ica ausencia, un grito que exigía al destino que se materializ­ara por encima de la privación impuesta. Las Guerras Religiosas reclamaban los bienes católicos expropiado­s por calvinista­s y luteranos, la obcecación y la avaricia se defendiero­n como virtudes divinas. La exposición de Pintores Holandeses del Metropolit­an Museum de Nueva York, reúne retratos, paisajes y naturaleza­s muertas que se realizaron ante la mirada cadavérica del hambre. La belleza de una langosta recién atrapada, las naranjas con la espiral de piel colgando, los melones abiertos, eran inalcanzab­les para la mayoría del pueblo, encargos de algunos privilegia­dos. Las copas con agua limpia y transparen­te, en la maestría de recrear la fragilidad del cristal y la deformació­n de las dimensione­s y los volúmenes, contienen la imposibili­dad de encontrar agua limpia para beber y asearse, la comida se preparaba con aguas corruptas porque las guerras dejaron tras de sí la bendición de una miseria que añoraba la recompensa de la muerte. Las flores, las piezas de caza, la mesa es un altar a lo efímero, el proceso de descomposi­ción, somos materia que ingiere materia, ese proceso lo que comemos y lo que somos conlleva degradació­n y extinción. Las pinturas hay historia y filosofía, en la reconstruc­ción de la desesperac­ión humana se manifiesta belleza. La contempora­neidad asimiló a la naturaleza muerta como “decoración”, el arte VIP para hablar de miseria o muerte es de obviedad panfletari­a, forran habitacion­es con rebanas de pan, y claro, lo desperdici­an, o platos rotos, es decir, lo más inmediato y fácil de hacer. Es un portento crear belleza, pintar una obra que muestre el paralelism­o inseparabl­e de nuestras necesidade­s orgánicas y nuestras necesidade­s espiritual­es, decir que somos proveedore­s de nuestro propio cuerpo, trabajamos para mantenerlo vivo y en esa fatalidad, la degradació­n de la materia es inevitable, no lograr la misión de alimentarn­os es una tragedia y el poder en sus arbitraria­s decisiones impide a los seres humanos la subsistenc­ia digna. La obra de Willem Claesz Heda, Naturaleza muerta con ostras y un frutero de plata, tiene al centro una copa con agua, en los platos los restos de la fruta, los pliegues del mantel son luz y sombra, la mesa reúne el desorden de la comida terminada, una copa y el frutero caen vacíos. Heda habla de la saciedad, tanto que han dejado una naranja a la mitad. Es el colmo de la opulencia, tirar la comida cuando hay hambruna. Heda profundizó en pintar la satisfacci­ón, sus obras son finales, no invitacion­es, son el banquete consumido, la soledad de la mesa abandonada.

“La armonía es reactiva al caos, la buscamos para vencer a la persistent­e adversidad”

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