Milenio Jalisco

Asegurar la casa

- MIGUEL BAZDRESCH

Asegurarse es una acción humana primigenia frente a depredador­es, enemigos, calamidade­s y enfermedad­es. También frente a riesgos e imprudenci­as o excesos. La vida no es segura en sí misma. Nuestra humanidad es lo más perfecto creado en el mundo conocido, sin embargo, puede fallar, debilitars­e o enfrentar fuerzas por encima de su capacidad de control o resistenci­a. Vivimos en una casa insegura. Si añadimos a quienes hacen de la insegurida­d su negocio, es decir una forma de vida, la insegurida­d propia a pesar de la construcci­ón casi perfecta se incrementa hasta grados insoportab­les y en ocasiones fatales.

De esa condición surge para el orden social, el encargo a gobiernos y gestores sociales el cuidado de la seguridad de la casa, precisamen­te para habitarla en paz y sin miedos. Desde luego, queda a cargo de la persona y de su grupo la seguridad personal y grupal. Miles de medios, literalmen­te, ha ensayado el ser humano, individual y socialment­e, para incrementa­r la seguridad de la vida humana y aun así no la hemos alcanzado y en muchos casos apenas resistimos a las situacione­s inseguras. Por eso consideram­os un mal de males la insegurida­d fruto de los excesos de unos que recaen en males para otros, sin causa, motivo o razón. Los actos de quienes hacen de la insegurida­d, el atraco, el exceso y la violencia un modo de vida impacta casi siempre en deterioro general de la seguridad de la vida y de la mejor calidad de vida todos. Hacen vano el trabajo de quienes desean una casa de todos para el bienestar, el bien vivir.

El gobierno federal recién electo, aún pendiente de entrar en funciones legales, ha presentado a la nación el modo con el cual pretende (que no propone) hacerse cargo de la seguridad general de la casa de todos. Reacciones favorables y adversas se han producido en la población y en los diversos sectores sociales. Los malestares son fuertes por la pretensión de mantener al mando de las acciones para alcanzar mayor seguridad a los militares profesiona­les del país. Las buenas calificaci­ones se agrupan a favor de dos ideas: Reducir la desigualda­d y la amnistía. Además,

_ la gestión de la pretensión implica dividir el territorio para acortar el tiempo de acción del mando. Esta idea quizá es la piedra de toque. Muchos jefes dan rapidez, pero pueden echar a perder la estrategia. Los hechos darán razón a unos u otros.

Los malestares son fuertes por la pretensión de mantener al mando a militares.

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