Qué manera tonta de perder el tiempo

Tendrá que asumirse que la etapa triste de una selección descabezada, que terminará esta misma semana, se podrá inscribir como uno de los capítulos menos honorables de la historia del equipo de todos.

A los propios jugadores líderes de este grupo les resulta ya insoportable. Lo dijo Guillermo Ochoa hace algunos días, en plena concentración en Argentina. Urge tener una cabeza. Se dice que pronto será anunciada la llegada del argentino Gerardo Martino, lo que implicará que en enero próximo las cosas volverán a tener sentido. Ya veremos sobre qué ruta se encamina todo. Lo que no puede dejarse de evaluar es el papel que jugaron los directivos de distintos niveles en este proceso. Directivos de la selección nacional, como Guillermo Cantú, Gerardo Torrado y el holandés Dennis T. Kloese.

¿Qué hicieron en todo este tiempo? ¿Alguien sabe?

Los tres, con distintos grados de responsabilidad, deberían de presentar un informe. Uno, se entiende Cantú, ha estado enfocado en la búsqueda del sustituto de Juan Carlos Osorio. Nadie sabe y por lo visto nadie sabrá con exactitud cuántos historiales de entrenadores y cuántas puertas se tocaron antes de tocar la de Martino.

Lo que importa sin duda no es tanto conocer la hoja de ruta del trabajo de los tres personajes, sino lo estéril o inútil que resultó este proceso sin entrenador o mejor dicho con entrenador interino.

¿Cuáles son las bases que se le dieron al proyecto que tomará Martino? ¿Alguien se puso a investigar de forma seria qué se requiere para mejorar y superar los límites que el futbol nacional se ha impuesto en los últimos Mundiales?

Estoy seguro que no hay nada, que solo se vieron pasar las semanas como quien ve pasar el agua de un río. El nuevo entrenador de la selección nacional llegará a su cargo sin informes de nadie ni de nada, sin ejes de trabajo claro.

Estúpidamente se perdió el tiempo.

Nadie sabrá con exactitud cuántas puertas se tocaron antes de la de Martino