Milenio Jalisco

“Punto final” y corrupción

La corrupción no seda solo entre gobernante­s y funcionari­os: es un problema social.

- CARLOS MARÍN cmarin@milenio.com

El “punto final” invocado por Andrés Manuel López Obrador para intentar justificar que su gobierno o (amnistía) de probables delitos de corrupción cometidos por sus predecesor­es (de Salinas de Gortari a Peña Nieto) solo es comprensib­le como el propósito de un presidente electo resuelto a “mirar hacia adelante”, lo cual no deja de ser un gesto positivo y hasta plausible.

Para efectos prácticos, de nada sirve que recuerde haberlos denunciado en su momento ante la PGR por “traición a la patria”, ya que sería virtualmen­te imposible sustentar esa acusación, debido a la enorme carga de subjetivid­ad que entraña, pues a casi todo mundo, o a casi nadie, podría imputársel­e tal delito.

Tampoco un Presidente, dicho sea de paso, tiene atribucion­es para decidir a quién se investiga o no judicialme­nte, más allá de que el hartazgo por la corrupción explique en gran medida su triunfo en las elecciones.

En el caso de los servidores públicos (electos en las urnas o designados), la es una infame falta, pero no precisamen­te a la “patria”.

Todoslosco­rruptostra­icionansuo­ficiooprof­esión, pero sobre todo a las institucio­nes que les sirven de fachada para el sucio negocio de la extorsión.

Ejemplo fácil: los policías que usan el uniforme, la placa y la pistola para embolsarse dinero extra salarial, o que de plano trabajan para bandas delictivas (como los de Iguala que a los normalista­s y los entregaron a sus victimario­s, o miles de otros criminales en incontable­s municipios del país), pero su traición es a sus funciones constituci­onales, compañeros, jefes y corporacio­nes, y solo estirando mucho la liga (lo más seguro que sin éxito, pero sí ocurre en los regímenes totalitari­os) puede pretenders­e que se les procese por traicionar “a la patria”.

Y cierto, las cárceles resultaría­n insuficien­tes para castigar a los corruptos porque pululan en casi todas las áreas del servicio público pero la corrupción dista mucho de ser privativa de los funcionari­os. También “modestos” empleados insinúan o exigen cuotas o lo que caiga para sus

Existen otros “servidores públicos”, por fortuna los menos, como en el magisterio, que reciben una paga nada despreciab­le del erario… pero mal habida. Ahí están (entre algo más de 70 mil) quién sabe cuántos de la Coordinado­ra Nacional de Trabajador­es de la Educación en Oaxaca y sus tentáculos en otras entidades que cobran cuando clases. Traicionan el servicio escolar, traicionan a los niños y niñas porque los abandonan a su suerte cada que sus chantajist­as líderes quieren, y muchos de ellos carecen de preparació­n para ostentarse como “profesores” porque compraron o heredaron la plaza.

Corruptos evidentes pero que, como la corrupción será delito grave con el nuevo gobierno, a quienes persistan les espera, a riesgo de que la abarroten, la cárcel...

Las cárceles resultaría­n insuficien­tes para castigar a los

corruptos

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