Luigi Pirandello
En el libro Ensayos, el escritor italiano puso su idea de la literatura y explicó la esencia de la obra pirandelliana: el humorismo
Gil terminaba la semana destruido. Caminó sobre la duela de cedro blanco y encontró Ensayos (Ediciones Guadarrama, 1968. Traducción de José-Miguel Velloso). Luigi Pirandello puso sobre la mesa su idea de la literatura y explicó la esencia de la obra pirandelliana: el humorismo. Van unas tabletas.
[…] de toda mi obra fantástica se puede deducir un modo particular que siempre he tenido de considerar el mundo y la vida.
Este mundo, que a mí me parece naturalísimo y que expreso del modo que me parece más propio y claro, parece, en cambio, a los demás, muchas veces, extraño y oscuro.
Señores, se es o no se es original. No se puede ser original a la fuerza. El que quiera ser original a la fuerza será extravagante, no original. No hace falta mucho para parecer diferente de la otra gente: basta salir a la calle con las mangas al revés y con el sombrero puesto bocabajo sobre la cabeza; todo el mundo se daría cuenta así de nosotros. Pero ¿es esto originalidad? Seríamos extravagantes.
Todo arte comprende un oficio cuyas reglas han sido descubiertas con larga fatiga y largo estudio. Pero estas solo se poseen verdaderamente cuando se aplican sin pensar en ellas; es decir, cuando se han convertido en una forma instintiva de pensar o de actuar. Solo la costumbre realiza la fuerza que la naturaleza contiene oscuramente.
El estilo cabría definirlo como la forma
del ingenio. Tantos ingenios, tantos estilos. Pero por ingenio yo entiendo aquella virtud interior del alma mediante la cual el hombre encuentra por sí mismo aquello que no ha aprendido de los demás. Un ingenio sin individualidad no es un verdadero ingenio. Y el estilo quiere decir individualidad, modo propio de pensar, de sentir, de expresar.
Cualquier sentimiento, cualquier pensamiento, cualquier impulso que surge en el humorista, en seguida se desdobla en su contrario: todo sí en un no, que finalmente asume el mismo valor del sí. A veces, el humorista puede incluso fingir que está solamente de una parte; pero mientras tanto le habla dentro el otro sentimiento; le habla y empieza a presentar, primero, una tímida excusa; después, un atenuante, que disminuye el calor del primer sentimiento; luego, una reflexión aguda que desmonta la seriedad de éste e incita a reír. El humorista ve al mundo, aunque no propiamente desnudo, por lo menos en camisa.
En la realidad verdadera, las acciones que ponen de relieve un carácter se recortan sobre un fondo de vicisitudes ordinarias, de detalles comunes. Pues bien, los escritores, en general, no se valen de ellos, o poco les importan, como si estas vicisitudes, estos detalles no tuvieran ningún valor y fueran inútiles y perfectamente omitibles. El humorista, en cambio, los atesora. […] el humorista sabe que las vicisitudes ordinarias, los detalles comunes, la materialidad de la vida, en suma, tan varia y compleja, contradicen ásperamente esas simplificaciones ideales, obligan a acciones, inspiran pensamientos y sentimientos contrarios a toda lógica armoniosa de los hechos y los caracteres concebidos por los escritores ordinarios. ¿Y lo que hay de imprevisto en la vida? ¿Y el abismo que existe en las almas? ¿Acaso no sentimos muchas veces moverse dentro de nosotros pensamientos extraños, casi como relámpagos de locura, pensamientos inconsecuentes, inconfesables incluso a nosotros mismos, como surgidos realmente de un alma distinta de aquélla que normalmente nos reconocemos?
El artista ordinario se preocupa del cuerpo solamente; el humorista tiene en cuenta el cuerpo y la sombra, y tal vez más la sombra que el cuerpo; se da cuenta de todas las bromas de esta sombra, de cómo a veces se estira y otras se encoge, como si remedara al cuerpo, que mientras tanto no la calcula ni se preocupa de ella. es uno mismo, y uno mismos onlosotr os ._ Sí. El viernes Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras el mesero sea cerca con la charola que sostiene el Glenfiddich 15, Gamés pondrá a circular por el mantel tan blanco las frases de Juan Carlos Onetti: Y la vida
Yo entiendo por ingenio aquella virtud por la que el hombre encuentra por sí mismo lo que no ha aprendido de los demás