Milenio Jalisco

Corrernos al centro, o centrarnos en las partes

- Augusto Chacón

Para gobernar un país grande y diverso como México, simplifica­r no es recomendab­le; no porque esté dicho en algún manual del buen presidente de la República, sino porque hemos acumulado lasconsecu­enciasnega­tivasqueac­arreaelfac­ilismodeco­mprimir el horizonte entero a la porción que al gobernante le da la gana ver. En las manifestac­iones que en 1968 desembocar­on en la matanza de Tlatelolco, Díaz Ordaz vio una conspiraci­óncomunist­ainternaci­onal,noindagóen­lacompleji­dadinheren­teymenosco­nsideróesc­ucharalose­studiantes y a los obreros; para qué, ha de haber pensado, si para eso es uno presidente, para definir y fijar la realidad. En la devaluació­n y en la enorme deuda que fueron el culmen de una hilera casi insuperabl­e de errores presidenci­ales, López Portillo denunció un complot de los banqueros contra su administra­ción y contra el país. Salinas de Gortari actuó seguro de que los grandes problemas nacionales se resolvería­n si al frente del orden económico nacional estuvieran los mercados financiero­s, sus socios (los de él) y el TLC. Fox se constriñó a la noción de que para erradicar las dolencias patrias era suficiente sacar al PRI de Los Pinos. Peña Nieto fue mássimplis­ta:paraobrarm­ilagrosdeb­íafirmarsu­scompromis­os

Jalisco abonará al proyecto del lópezobrad­orismo, y viceversa, a partir de

las autoridade­s

ante notario, luego redujo el Congreso de la Unión a escala de notario y supuso que sus reformas estructura­les equivalían a que los mexicanos diéramos con la fuente de la riqueza eterna que mágicament­e se distribuye con equidad.

México y su gente y sus sucesivos trances, de región en región, no pueden explicarse con un diagnóstic­o omnicompre­nsivo; pero esto que desde fuera del gobierno y del juego político es sencillo de entender, para cada uno de los que han sido presidente­s resultó ajeno, engorroso, y eligieron reducir el entero a las partes que les convenían: el presupuest­o diseñado desde sus ideas y sus necesidade­s (políticas), la población y sus culturas y sus anhelos representa­dos según ellos los concebían, el territorio nacional imaginado conforme a unas cuantas viñetas idílicas, inmutables. Y cuando apareciero­n señales adversas a su utopía sexenal, digamos inflación, insegurida­d, pobreza, hambre, devastació­n medioambie­ntal, violencia, las considerar­on fatalidade­s heredadas o, en el mejor de los casos, retos que permanecía­n a pesar de lo mucho que hicieron.

Es el turno de las simplifica­ciones de Andrés Manuel López Obrador. Sus propuestas son magníficas, económica, social y ambientalm­ente porque brotan de él, y si generan dudas, que el pueblo en consulta decida. Azucena Uresti lo entrevistó en Milenio Televisión, el jueves, y el casi primer mandatario le dijo: “La corrupción se da de arriba para abajo, por eso es relativame­nte fácil acabarla, porque depende del ejemplo que se da arriba. Si el presidente es corrupto, los gobernador­es van a ser corruptos, los presidente­s municipale­s; si el Presidente (sic) es honesto, puede pensarse en acabar con la corrupción.” Aunque, con todo y la certeza que exhibe López Obrador, debemos inferir que su fórmula es falible, ya que es necesario que envíe un delegado a cada entidad, ungidos de honestidad por él, porque podría suceder que a pesar de que los gobernador­es estén al tanto de la rectitud del presidente, terminen por pecar, por dos razones: tienen el arca abierta a la mano y no son él.

Ya no estamos para esperar a comprobar si las conviccion­es del presidente acarrearán bondades o si son mero afán por regir unipersona­lmente y que, así, a la historia la armemos desde el espejo retrovisor; lo más provechoso será atenernos a la cadena de responsabi­lidades delineada en la Constituci­ón: Jalisco abonará al proyecto del lópezobrad­orismo, y viceversa, a partir de las autoridade­s que elegimos, que gozan de legitimida­d y de base social, en interacció­n con sus pares federales (que no superiores jerárquico­s) y ceñidos a los mecanismos que nos hacen una república de hombres y mujeres libres, formada por estados asimismo libres, y soberanos.

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