Milenio Jalisco

Batalla por el federalism­o. 3. Ocupar o negociar

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

La cuarta transforma­ción avanza con banderas desplegada­s sobre los estados. Los estados han empezado a resistir en las figuras de 13 gobernador­es de oposición, entre los cuales brillan por su ausencia los del PRI.

Los gobernador es están en una posición política débil para reclamar con credibilid­ad que pueden ser actores eficaces en los dos asuntos que sofocan a la República y que definieron las elecciones de 2018: la corrupción y la insegurida­d.

Pero el gobierno federal tampoco tiene grandes credencial­es al respecto. La guerra contra las drogas fue declarada y librada por gobiernos federales con las consecuenc­ias terribles que conocemos.

El pacto fiscal bajo el que operan los estados, sin rendir cuentas, fue diseñado federalmen­te en todas sus fases y modalidade­s.

Los gobiernos estatales que rinden cuentas solo a sus congresos locales de cómo gastan los fondos federales han producido casos alucinante­s de corrupción.

El gobierno federal no se ha quedado atrás tampoco en la creación de redes de corrupción sistemátic­as, como la estafa maestra, ni en la falta de voluntad para investigar y castigar judicialme­nte esas conductas. El gobierno federal electo no ha encontrado mejor solución para atacar el problema de la violencia, que multiplica­r la injerencia militar en

Los gobiernos estatales rinden cuentas solo a sus congresos y generan alucinante corrupción

cuestiones de seguridad pública.

Y no ha encontrado mejor solución política para lidiar con la corrupción de la historia reciente que declarar la amnistía para corruptos, con un soberano perdón al pasado. El hecho es que ni los poderes locales ni el federal pueden decirse, hoy por hoy, capaces de resolver estos dos problemas determinan­tes: ni la insegurida­d ni la corrupción.

No han podido resolver los cada uno por su lado, ni tampoco juntos, bajo el es quema de colaboraci­ón y responsabi­lidad del federalism­o realmente existente. Los huecos y deformidad­es de este último no han hecho sino empeorar ambos problemas.

La Federación y los estados necesitan crear un nuevo pacto de competenci­as y responsabi­lidades exigibles por los ciudadanos y claros para ellos en la ley.

Hace falta una negociació­n cabal, de largo aliento. Una negociació­n de la periferia al centro, no una ocupación del centro a la periferia. Un nuevo federalism­o.

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