La maldición de Texcoco
Tengo la preocupación de que la decisión de AMLO de cancelar el nuevo aeropuerto en Texcoco —y la manera en que se tomó— representa una sombra que perseguirá a nuestro próximo presidente durante toda su administración y que su estela afectará negativamente muchas de sus iniciativas.
Fuera de los posicionamientos políticos, si había una decisión obvia que tenía que tomar
AMLO para arrancar su gobierno era la de continuar la construcción del NAIM. Sin embargo, eligió literalmente sepultar una obra con un avance cercano a 40%, miles de millones de dólares invertidos en su construcción y con el aval de la consultora aeronáutica más prestigiada del mundo. Y, por si fuera poco, lo hizo mediante una consulta popular sin sustento legal, con poca representatividad y sujeta a la manipulación.
Hay quienes piensan que aunque equivocada, la decisión de cancelar Texcoco es un evento con repercusiones limitadas dado el tamaño de la economía mexicana. Se equivocan. Muchos inversionistas que optaron por darle el beneficio de la duda a AMLO se lo retiraron por esta decisión. A partir de entonces, Texcoco ha magnificado lo malo y opacado lo bueno.
La reacción de los mercados habría sido muy distinta ante iniciativas legislativas como la de Morena de eliminar comisiones bancarias y la del PT de concentrar en el gobierno la administración del dinero de las Afore, de haberse aprobado Texcoco.
En el primer caso, la idea de la propuesta habría sido mejor recibida aun cuando estuvo mal instrumentada y fue presentada por el conducto equivocado. Sí, las acciones de los bancos habrían caído, pero el impacto habría sido menor y mucho más acotado. La sensibilidad de los mercados tras la decisión de Texcoco hizo que AMLO, en lugar de entrar al debate de cómo atacar el problema de las altas comisiones bancarias, optara por prometer que no se modificará el marco legal del sistema financiero durante tres años.
En el segundo caso, el mercado de inmediato habría desechado la iniciativa del PT al considerarla absurda. No habría tenido que salir el próximo secretario de Hacienda a comentar que “no tiene ni pies ni cabeza”. Sin embargo, cuando una decisión que a todas luces parecía evidente como la de Texcoco fue descartada por AMLO, la posibilidad de que se tomen medidas irracionales se vuelve más real.
La reacción de los mercados a partir de la cancelación ha sido contundente. El peso y la bolsa se ha desplomado. La tasa de interés del bono a 10 años se ha incrementado en más de un punto porcentual. Ganarse la confianza de los inversionistas toma mucho tiempo; perderla un instante.
No hay un estudio definitivo sobre la viabilidad de Santa Lucía. Cuando salga puede ser un excelente momento para corregir el curso y deshacerse de la maldición de Texcoco.