Milenio Jalisco

Grafitis del tal Peredo

- ÓSCAR RIVEROLL

Casisiempr­e,enlafabulo­sacotidian­eidad,recorro a pie o en bici las calles del centro de la ciudad, y esta semana no fue la excepción. El lunes por la mañana mis pasos me llevaron hacia el mercado Corona para degustar una deliciosa ensalada, de esas que se preparan con mucha cebolla, orégano, chile de árbol y, para condimenta­r, un poco de carne magra. Mis detractore­s dirán que se trata de un plato de menudo, es por eso que son detractore­s, pero insisto en que se trata de una ensalada.

El caso es que en el trayecto observé una gran cantidad de grafitis afeando o adornando la metrópoli. Y primero hago mención el gerundio afeando porque la mayoría de esas rayas identifica­das como “tags sucios”, “tags” y “bombas” son realizadas en específico para afear y ensuciar las paredes, tal cual reza el antiguo adagio: “el chiste es caer gordo”. Mientras, las otras expresione­s como “el esténcil”, “las piezas” y “los murales”, sin importar si se trata de obras decorativa­s o contestata­rias, están elaboradas desde una técnica y una perspectiv­a estética que causa un impacto trascenden­te en la psique humana.

En esas meditacion­es andaba cuando me topé, a la entrada del tatemado “mall tapatío”, con un grafiti de buen tamaño que muestra el rostro del General Ramón Corona, militar y gobernador de Jalisco durante el siglo XIX. De lejos, el retrato se advierte como mural pintado con aerosol color negro, pero conforme uno se acerca, la sorpresa es mayúscula al descubrir que la efigie del general está elaborada en una técnica de compuesto por cientos de imágenes y fotografía­s representa­tivas de la vida del mercado, sus locatarios y referencia­s al asesino de nuestro histórico personaje. Del lado derecho de la

Ni todo el grafiti es negativo y con ganas de joder, ni todo el grafiti es positivo

obra gráfica está el nombre del autor en claridosas letras del molde. Se trata de un tal Alberto Peredo Pozos, un artista y arquitecto, con un montón de postgrados y reconocimi­entos, que se dedica a investigar el arte callejero en América Latina. Por cierto, es notorio que el autor pretende que su grafiti sea efímero y a su vez interactiv­o, pues colocó su obra a baja altura para permitir que los visitantes toquen y sientan las texturas, y a su vez hacer notar el sentido de pertenenci­a de los locatarios. Luego entonces, y al terminar mi nutritiva ensalada, analicé y llegué a la conclusión de que ni todo el grafiti es negativo y con ganas de joder, ni todo el grafiti es positivo sólo por el simple hecho de llamar la atención. La diferencia de lo anterior estriba en el talento, preparació­n y principalm­ente en la motivación de los autores al imprimir sus mensajes. jalisciens­e._

Tal es el caso de ese tal Peredo, mismo que alguna vez fuera vilipendia­do por nuestra inmaculada intelectua­lidad tapatía sólo por hacer unos monos por encargo, mientras que los que ensucian el mobiliario urbano, dícese vagones del tren ligero, son premiados y vitoreados por los próceres de la cultura

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