Nuevo amanecer
La frase que encabeza esta columna está más choteada que los memes de Chabelo, sin embargo, hoy aplica ante el cambio formal en el gobierno federal.
Sin lugar a dudas que el de hoy en un día distinto para todos los mexicanos por igual, adultos que jóvenes o ancianos y niños; estén dentro o fuera del país y hayan votado o no por Andrés Manuel López Obrador quien es ya, desde el primer minuto de este sábado, presidente constitucional de México.
Nos guste o no, ya es depositario del mandato constitucional que le dieron más de 30 millones de ciudadanos el pasado 1 de julio, y ahora viene el tiempo de cumplir lo que prometió y de exigirle como lo hemos hecho los sufridos contribuyentes con Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón Hinojosa y sus antecesores. Faltaba más.
Porque su campaña política de más de 12 años -que finalmente, vemos, fue exitosa-, la dedicó a ofrecer una transformación basada en la eliminación de la corrupción, el dispendio, las canonjías a los poderosos y cero impunidad, y todo ello acompañado de una robusta política social que apoyará a los más desprotegidos y a las regiones más atrasadas de México.
¡Ah! Y todo ello aderezado con los mejores perfiles ajenos a la “mafia del poder”.
Me alienta pensar que los cambios traen cosas buenas y más cuando muchos están esperanzados y decididos a poner de su parte para mejorar nuestro entorno social. Eso es muy positivo.
Sus líderes lo llaman la Cuarta Transformación y muchas personas quieren ser parte de ella y hacer historia como lo hicieron Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón; Francisco I Madero y Lázaro Cárdenas del Río.
Pero el riesgo, por lo que hemos visto desde julio pasado, es que el cuarto eslabón pueda descomponerse en una sucesión de Victoriano Huerta, Plutarco Elías Calles y Luis Echeverría.
Espero equivocarme, nuevamente.
Sin lugar a dudas que el de hoy en un día distinto para todos los mexicanos por igual