Rafael Pérez Gayo “Encuentro en el estilo personal de AMLO rasgos de un poder absoluto”
Vengo de un tiempo en el cual el Presidente ejercía un poder absoluto e inexorable y no me gustaría volver a esa casa autoritaria. Encuentro en el estilo personal del presidente López Obrador rasgos de aquel poder y eso me perturba y preocupa.
La primera vez que me senté a una mesa de redacción fue en el viejo suplemento La cultura en México de la revista Siempre! Monsiváis nos dijo a quienes debutamos en ese trabajo periodístico: “Primera regla, nadie critica al Presidente porque nos cierran estas páginas, tampoco al Ejército y mucho menos a la virgen de Guadalupe. De ahí en fuera, lo que quieran; segunda regla, aprendan a usar el punto y coma”. Así empezamos e hicimos nuestras primeras armas en la prensa y no quisiera después de tantas vueltas a la noria volver a algo parecido. En lo que toca al punto y coma nada ha cambiado.
El carácter itinerante del Presidente lo lleva necesariamente a hablar día y noche, a opinar de todo, a ordenar a todas horas y a autoafirmarse sin necesidad: “Tengo las riendas del poder enlama no: hay gobierno ”. Nadie lo duda, estamos ante el Presidente más votado de la historia nacional, con mayoría en las cámaras y con 19 congresos locales en su poder, con una aprobación de 63 por ciento y la bandera de la esperanza en su poder.
De ese carácter no me gusta uno de sus desprendimientos naturales: la amenaza. El presidente López Obrador es incapaz de proponer las acciones de su gobierno sin un dejo de advertencia, de a mago, de conmina cióny amedrenta miento ya no a sus adversarios, sino simple y llanamente a quienes no piensan como él y los suyos. ¿Moderará el Presidente ese temperamento? No lo creo. Nadie cambia de golpe su carácter, ni los presidentes.
En cambio,Ló pez Obrador puede con moverse, emocionarse hasta las lágrimas si se refiere al “pueblo”, él ya no se pertenece. Si entiendo bien, dejar de pertenecerse consiste en una especie de desprendimiento y abandono, no ser uno mismo, ser los otros. Vislumbro un país enconado, resentimiento y aversión que aumentarán cuando a los sueños y a los deseos se les atraviese esa cosa horrible que se llama realidad. Es natural que así ocurra, todos nos volvemos intransigentes cuandoencontramos los pedazos de nuestros sueños rotos. ¿Estábamos mejor cuando estábamos peor?, me pregunto en estos días.
El Presidente es incapaz de proponer acciones sin un dejo de amago