La transformación de Los Pinos
A una semana de su apertura, la antigua sede del poder presidencial es un laboratorio de las nuevas relaciones de los militares con el mundo cultural y la sociedad en general
promedio del Museo Nacional de Antropología e Historia y del Palacio de Bellas Artes.
He aquí el lugar que construyó en 1934 el general Lázaro Cárdenas del Río cuando llegó a la Presidencia para no vivir en el Castillo de Chapultepec y al cual puso el nombre de Los Pinos, porque así se llamaba la huerta de Michoacán donde conoció a su esposa Amalia; este es el espacio que Miguel Alemán amplió al edificar un palacio de tres niveles estilo francés, el cual lleva su nombre hasta hoy; aquí donde Gustavo Díaz Ordaz mandó hacerse una piscina, o donde José López Portillo construyó casas para su mamá y sus hijos, así como para sus mascotas; donde Carlos Salinas de Gor- tari recibió al papa Juan Pablo II tras reinstaurar relaciones oficiales con El Vaticano; en el que Ernesto Zedillo no quiso autoconstruirse una estatua en su honor, como cada presidente, por lo que tuvo que hacérsela su predecesor; o en el que Vicente Fox compraba toallas de 200 dólares y al año de haber llegado a vivir se casó en los jardines con su vocera, Marta Sahagún; en el que Felipe Calderón construyó un búnker, o donde Sofía Castro, hijastra de Enrique Peña Nieto, organizó el after para toda la producción de la serie Luis Miguel, de Netflix…
Ahora, en este sitio, bajo el lema del desaparecido cuerpo de élite militar: “Al Presidente nadie lo toca”, inscrito frente al edificio Moli-
En algunos espacios vacíos del inmueble se colocaron letreros con la frase “Así lo recibimos”
no del Rey, los oficiales vestidos de azul y los soldados de verde olivo reciben cada día novedades sobre la transformación iniciada el pasado 1 de diciembre a las 12:15 de la medianoche cuando, tras recibir el control del lugar de manera oficial, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio la orden de que se permitiera el acceso a la gente a las principales edificaciones de la antigua sede presidencial.
La medida obligó a que personal de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Secretaría de Cultura tuvieran que coordinarse para ejecutar la orden del mandatario entrante. Contrarreloj, revisaron las distintas edificaciones y jardines de un espacio que es más grande que la Alameda Central. Decidieron cuáles casas abrirían al público, dónde colocarían filtros de seguridad, así como letreros con la frase “Así lo recibimos”, en los espacios que se quedaron misteriosamente vacíos de muebles y demás artículos.
Hasta ahora, la atracción principal del nuevo Complejo Cultural es la Casa Miguel Alemán: una construcción de 5 mil 400 metros cuadrados, con fachada estilo francés y de tres niveles, donde hasta noviembre pasado residía el todavía presidente Enrique Peña Nieto junto con su esposa, Angélica Rivera, y sus seis hijos.
Aunque estaban seguros de que la iniciativa iba a ser popular, los funcionarios de Cultura no calcularon que en su primera